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La actuación de estas tres actrices fue dinámica, graciosa, divertida e irónica. El sacar una botella del velero y contar una historia o un poema me hacía pensar en el velero que se encontraba abandonado en alta mar. El juego de sus movimientos oscilatorios con el rebozo blanco eran la simulación de las ondas del mar y cada relato fue contado con ciertos rasgos irónicos, como “Tianguis: la güerita”, de Tanja Romeborn y “El conejo, el tendero, las zanahorias y las tijeras”, de Bai Xue.