Sanos y salvos
Dorota Kaklin*
Cuando llegué a México por primera vez no sabía nada de español. Sin embargo, no tuvimos ningún problema en el aeropuerto o en el hotel o en el primer día en la escuela de mis hijos. La mayoría de la gente hablaba inglés. Pero algo extraño nos sucedió en Inglaterra. Ahora creo que es divertido, pero cuando sucedió yo estaba muy nerviosa.
Esta historia es sobre el primer día de la nueva escuela de mis hijos. Entonces teníamos tres días de haber llegado a Windsor. Los muchachos sólo sabían cómo se veía su escuela por fuera y cómo se llamaba, pero no tenían idea de la zona. No era un problema, porque ellos debían usar el autobús escolar. La escuela estaba en Egham a unos 10 km de Windsor. Conocíamos el nombre y número de teléfono del chofer. Suponíamos que este hombre era de India o Pakistán. Ese día mi esposo llevó a los chicos al autobús, se despidió de ellos y regresó. Me dijo que los niños tenían una chofer muy agradable, rubia y ciertamente británica. Pensé que algo estaba mal. ¿Una mujer? ¿Qué ocurrió con el chofer de India? Así pasaron 10 minutos y sonó el teléfono. ¡Cuando oí que mi esposo estaba hablando con alguien de la escuela, ¡se me doblaron las rodillas! Entendí que el chofer estaba esperando, pero no había nadie y la escuela estaba preguntando dónde estaban mis hijos. ¡Resultó que mis hijos fueron llevados a otra escuela! Afortunadamente todo terminó bien. Los chicos sabían inglés muy bien y explicaron lo que pasó. Esta escuela organizó un transporte y los llevó a Egham.
*Estudiante polaca de Español 3.
CEPE-Polanco, UNAM, Ciudad de México.