Cómo aprender un idioma
Juliano Estrada Donatelli*
Para aprender una nueva lengua, antes que todo, hay que deshacerse del orgullo. Uno tiene que estar cómodo con parecer un tonto. Al hacer esto, se puede empezar así:
Primero, si le es posible, se le recomienda comenzar un idioma de una manera más estructurada; las opciones más populares para hacer esto incluyen inscribirse en un curso o buscar un libro de texto. Después de escoger un método de estudio, enfóquese en desarrollar su vocabulario, memorizando listas interminables de palabras; la clave de este paso es olvidarse de todo lo aprendido al cabo de una semana. Aparte del vocabulario, aprenda bien la gramática—o “lógica” del idioma escogido—así que cuando usted esté confrontando todas las “excepciones” y matices de estas reglas, confúndase por la índole arbitraria del idioma que escogió.
Cuando ya tenga un buen entendimiento del vocabulario y la gramática del idioma, busque materiales auténticos para leer, escuchar y ver—tal vez un artículo de un periodo o un podcast. ¿Qué tan difícil puede ser?: ya ha estudiado los primeros cientos de verbos más comunes; ya sabe palabras como “Naciones Unidas” o “susurrar''; ya tiene un manejo más o menos claro de los diferentes tiempos y modos; incluso ya sabe un poco de la jerga, como “güey” o “chido.” De todas maneras, sienta cómo pierde todas las ganas de seguir estudiando al no entender nada de lo que acaba de leer, escuchar o ver: ¿Qué significa “alféizar”? ¿Qué quiere decir “cheque chimbo” o “por si las moscas”? Además, ahora que lo piensa, ¿acaso no había una “d” o una “s” en la palabra “pescado”?
Sin embargo, va a haber un día en el cual usted va a sentirse listo para visitar un país que habla el idioma que ha trabajado años para adquirir —según los resultados de un examen que tomó hace unos meses, ya tiene un nivel intermedio:¡qué suerte! —. Y cuando llegue ese día, va a sentirse nervioso y ansioso, pero emocionado —va a pensar: “aquí viene mi momento para usar este idioma, para hablarle a la gente”— y con una confianza fingida que no esconde la inseguridad y el temblor de su voz, le va a decir al muchacho de la cafetería: “¿Me das un late, por favor?”. Y a esa solicitud, al escuchar su acento, ese marcador obstinado del extranjero, le va a contestar “Yeah, sure; with whole milk or almond milk?”
* Estudiante de Estados Unidos del curso Conversación y Redacción (Español 7)
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México
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