Fragmentos de un hogar
Bita Ghasemi*
Todos miraban en silencio a la abuela, que sostenía en sus manos un suéter rojo tejido. Era como si, después de años de olvido, quisiera decir algo. Lo había tejido años atrás, punto por punto y pedazo a pedazo, y cada hilera encerraba un fragmento de su alma.
Esas primeras hileras las había tejido cuando el abuelo aún tocaba su instrumento, llenando su hogar con melodías que combatían la melancolía. Las hileras de en medio las había tejido con sus grandes penas, cuando habían emigrado con el abuelo a un lugar muy lejano de su hogar. La abuela no soportaba el frío intenso del nuevo país. Estaba acostumbrada al sol y a mucha luz. Estaba acostumbrada a recoger aceitunas de los árboles. En esa nueva tierra, entre palabras que no conocía, había perdido sus canciones locales. Solo cuando el abuelo regresaba volvía a tejer. A tejer algo cálido que le recordara los rayos cálidos del sol brillante de su patria.
Hasta que un día la abuela, por más que lo intentó, no pudo recordar el nombre de esos árboles verdes. Miraba al abuelo y era como si hubiera estado lejos de él durante años, no recordaba su nombre. Olvidaba las palabras y no pasó mucho tiempo antes de que toda la casa se llenara de pequeños papeles con los nombres de los objetos escritos en ellos.
Todos miraban en silencio a la abuela que sostenía en sus manos el suéter rojo tejido. No encontraba las palabras adecuadas para describirlo, pero sabía que era más que un simple tejido. Era el abrazo cálido del sol de su patria, el susurro del viento entre los olivos y el aroma de su tierra natal.
*Participante de Hablando y escribiendo en español en Irán: concurso de relatos breves 2024
Instituto de Lengua Española Alborz (Irán)
Instituto Cervantes de Ammán
Embajada de México en Irán
CEPE-UNAM, Ciudad de México
Imagen: freepik.es
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