El espejo mágico
Katherine Martínez Saravia*
La identidad de un inmigrante es como mirarse a través de un espejo mágico. Una persona que sostiene un espejo solo ve lo superficial. Ve su rostro, el color de sus ojos, la textura de su piel, la forma de su nariz, la redondez de sus mejillas. Solo ve sus rasgos objetivamente, sin sentimiento, sin emoción. Se mira rápidamente en el espejo, lo deja encima del tocador y lo olvida. El inmigrante, sin embargo, es diferente. Cuando levanta el espejo, tiene paciencia. Sus manos se aferran al mango del espejo y por sus venas corre la esencia de la magia. El inmigrante lleva en su interior la magia para abrir el espejo mágico, una ventana al alma. Ve más allá de su reflejo y se encuentra con alguien que ha sufrido mucho. Se encuentra consigo mismo. La persona detrás del espejo mágico es alguien que lo arriesgó todo, lo dejó todo para empezar una nueva vida. Alguien que asumió una nueva vida en la que siempre priorizará el bienestar de los demás sobre el suyo.
Solo el inmigrante es consciente de las verdaderas emociones escondidas en su reflejo: miedo, soledad, tristeza, desamor, nostalgia, frustración, insensibilidad. Miedo al futuro porque no sabe si las decisiones que tomó darán frutos. Tristeza y soledad porque está solo. Tristeza y soledad porque pierde días festivos, cumpleaños y aniversarios por estar tan lejos.
Desamor porque ha perdido a personas en el camino y nunca tuvieron la oportunidad de decir su último adiós. Desamor por no abrazar a sus madres un poco más fuerte. Nostalgia de una época pasada, donde no tenía que esforzarse para mantener a una familia. Nostalgia de una época del pasado, donde podía contar con la ayuda de los demás y ser consolado como una madre consuela a su hijo. Frustración y enojo porque las cosas no funcionan. Frustración y enfado porque su situación no cambia. Insensibilidad porque está cansado. Insensibilidad porque la única manera de sobrevivir es ignorar el dolor y los ardientes rayos del sol.
Pero la magia que corre por sus venas, desde su mano callosa hasta el espejo, permite al inmigrante ver a alguien fuerte. Alguien con resiliencia. Alguien que nació con un corazón dispuesto a seguir adelante. El espejo mágico ve al inmigrante en todos los aspectos de la vida. A través del fracaso y del triunfo. El inmigrante ve su rostro, el color de sus ojos, la textura de su piel, la forma de su nariz, la redondez de sus mejillas. Ve las dificultades, el hambre, el dolor, la felicidad, la fuerza, la determinación. Ve su historia y siente orgullo. La realidad de un inmigrante es más que venir a un nuevo país y trabajar día y noche.
La realidad para un inmigrante contiene todas las dificultades que haya pasado en la vida; tanto físicas como emocionales. Es el acto de ir por la vida, aprender en el camino y triunfar por pequeño que sea el éxito. Es el acto de sostener un simple espejo y convertirlo en una ventana bellamente tallada hacia la magia que se guarda dentro del alma. El inmigrante utiliza el dolor que siente, que mira en el espejo mágico, para seguir en los caminos de la vida.
*Estudiante de Estados Unidos de University of Chicago
Participante del National Student Writing Contest
Mención honorífica en la categoría de "Ensayo"
Imagen: tohamina en freepik.es
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