LOADING

La muchacha y el pastor

Maryam Yadegari*

La muchacha y el pastorDicen que una mañana, al despuntar el alba, el pastor olvidó a la muchacha.

Olvidó su risa indómita, sus cabellos enmarañados por el viento, sus ojos negros como noches sin luna.

Olvidó sus manos que eran fuego y ternura, y dejó que el río se llevara el amor puro de aquella gitana. Luego, sin mirar atrás, se marchó.

Esa noche, en un silencio dolido, la muchacha tomó su instrumento y se perdió en la inmensidad del desierto.

Bajo la danza eterna de las estrellas, abrazó lo que quedaba de su amor y dejó que sus dedos hablaran.

Tocó y tocó, y la melodía, como un suspiro del alma, atravesó las dunas y llegó a los oídos de los aldeanos más allá del valle. Entonces, cayó la lluvia.

Las gotas resbalaron por sus cabellos negros, y sus lágrimas se confundieron con el cielo, que también parecía llorar.

La noche, hechizada por aquella música, se negó a ceder su reinado, y así se convirtió en la más larga del año.

Pero ella no se detuvo. Porque, ¿sabes?, las manos que aman nunca se cansan. Tocó hasta que el primer rayo de sol apartó la noche del horizonte.

Fue entonces cuando la muchacha desapareció, como un susurro, como un sueño. Nadie volvió a verla jamás.

 

*Participante de Hablando y escribiendo en español en Irán: concurso de relatos breves 2024
  Instituto de Lengua Española Alborz (Irán)
  Instituto Cervantes de Ammán
  Embajada de México en Irán
  CEPE-UNAM, Ciudad de México

 

Imagen:  wirestock / freepik.es


Visiten el blog de la revista, donde podrán escribir opiniones y comentarios sobre este artículo:
https://floresdenieve.cepe.unam.mx/blog/index.php/2025/07/11/la-muchacha-y-el-pastor/