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Recuerdo

Tengo un lindo recuerdo de mi primera cita. Yo era estudiante en la universidad de Oregón en Eugene, Oregón (Estados Unidos), y tenía alrededor de veinte años. Sí, hacia mayo de 2015. Había tenido mucho estrés y problemas mentales y por eso había salido de la universidad para asistir a un programa de salud mental. En este programa, al otro lado del Río Willamette, encontré por primera vez a mi primera novia. Ella era del norte de California y tenía un tatuaje de... vale, ahorita no recuerdo exactamente su tatuaje. Algo como una pluma en tinta negra en su tobillo. Ella me explicó el significado, solo que otra vez lo olvidé. Tenía una conexión con su padre, si no me equivoco.

Recuerdo muchas cosas de nuestra relación, excepto el primer momento de mis sentimientos hacia ella. Recuerdo el momento final —un mensaje de texto que le envié en un tren en la frontera entre Oregón y California, alrededor de las ocho de la noche, tal vez un año después—, pero no el comienzo. No obstante, sí recuerdo algo sobre el comienzo de mis sentimientos. Estábamos caminando con un grupo de compañeros. Llegó el momento de la separación, un grupo a la izquierda y el otro a la derecha, yo al oriente y ella al oeste. Como en las películas, me di la vuelta para mirarla y ella hizo lo mismo. Un par de semanas después, le pregunté si le gustaría ir conmigo a la playa.

Llegamos por la tarde. Estaba nublado y ventoso, como muchos días en la costa de Oregón. La costa oeste de Estados Unidos es algo impresionante. El poder de las olas y la grandeza de los acantilados se combinan en una imagen imponente y majestuosa. Te sientes pequeño, frágil y solitario si estás solo. Pero no estaba solo esta vez. Caminamos por las dunas, nuestros pies se hundieron en la arena. Cruzamos un río que se alimentaba del mar. Subimos una duna y bajamos otra. Seleccionamos un espacio en la arena con un paisaje del mar y, muy pronto, empezó a llover. Ella puso su cabeza en mi hombro y yo apoyé mi cabeza en su cabello. Después regresamos por las dunas y cruzamos el río, las gotas hacían marcas en el agua. Nunca pude quitar todos los granos de arena de mi coche. Años después del fin de nuestra relación, años después de haber tratado de olvidarla, todavía tenía arena en mi coche. 

*Estudiante de Estados Unidos del curso Taller de Crónica Literaria (Español 5)
Profesor: Eliff Lara
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México

 

Fotografía de Luke Pickrell


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