El mercado de trabajo del futuro
Branka Arrivé*
"Un robot”, dijo Isaac Asimov, “no puede dañar a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daños". Si los robots que creamos respetan lo que se conoce como la "regla cero" de Asimov, no solo no debemos temerlos, sino que podemos confiar en ellos para salvarnos de nosotros mismos. ¿Deberíamos temer entonces la pérdida de puestos de trabajo provocada por los robots? Y, dado que el tema es el mercado de trabajo en el futuro, ¿este último solo estará determinado por la robotización? La actual crisis sanitaria nos muestra lo poco que podemos estar seguros de predecir el futuro. ¿Quién podría haber predicho el colapso de la hostelería hace solo un par de años? Pero centrémonos en los efectos de la automatización.
Aunque se han perdido puestos de trabajo debido a la robotización y se espera que desaparezcan más en el futuro cercano, sólo pocos de ellos son carreras que alguien haya aspirado a seguir. Poca gente lloraría por la desaparición de trabajos como cajeros, taquilleros, trabajadores de cintas transportadoras o telefonistas, aunque conozco personas que los han hecho a tiempo parcial y que afirman que necesitaban hacer un trabajo que no implicara pensar para poder pensar en otra cosa y olvidarse de otro trabajo muy estresante. De hecho, cuando ves a la gente tejiendo en el metro, te das cuenta de que algunos movimientos repetitivos, como los mantras, pueden ser relajantes. Los suéteres producidos en masa son más baratos que los que podemos tejer nosotros mismos, así que nadie teje para ganarse la vida, pero la actividad no ha desaparecido del todo.
En cuanto a trabajos como los de relojeros, zapateros o sastres, que también hoy se consideran obsoletos, probablemente llegaron para quedarse. Incluso están de moda puesto que son creativos y hay personas que estarían dispuestas a hacerlos gratis, o por una fortuna, si pueden encontrar el cliente adecuado.
La mayoría de los trabajos se modifica constantemente y por eso debemos seguir las tendencias para mantenerlos. Enseñar hoy es muy diferente de lo que era hace veinte años o incluso hace un año. ¿Quién hubiera pensado que pasaríamos un año enseñando en línea? Algunos de los cambios han traído consigo una democratización: gracias a los dispositivos electrónicos que les encanta usar, los jefes ahora escriben su propia correspondencia, responden sus llamadas telefónicas personalmente y se preparan café. La secretaria tradicional se ha convertido en una "asistente" que tiene mucha más educación y responsabilidades, pero no necesariamente un salario mucho más alto y, en la mayoría de los casos, sigue siendo una mujer que trabaja para un hombre.
La pérdida de trabajos que son remplazados por los robots no conduce necesariamente a una mayor tasa de desempleo porque se están creando otros trabajos para operar computadoras y robots. Las soluciones de reemplazo no siempre son ideales y habrá que encontrar otras nuevas. Por ejemplo, aunque las estaciones sin taquillas con máquinas expendedoras de boletos electrónicos parecen ahorrar dinero a primera vista, los problemas de seguridad en esas estaciones obligan a las empresas ferroviarias a contratar más personal de seguridad.
El sector de la seguridad es precisamente el que probablemente aumentará drásticamente en un futuro próximo, con una gran demanda de agentes de seguridad tanto físicos como cibernéticos, ya que para mantener el mundo como es hoy las autoridades necesitan más medios de control. ¿Qué hay de los robocops? ¿Vamos a confiar en los robots allí y encontrarnos en un escenario como en la película Chappie[1] ? Y después de la policía, está el ejército. Es fácil imaginar ejércitos de androides en el futuro. Después de todo, está a solo un paso de los drones.
En el ámbito de la investigación, parece haber más peligro en nuestras leyes que en la automatización. La protección de las patentes más que de las personas nos ha llevado a la situación actual de escasez de vacunas. La investigación original también está protegida hoy por programas antiplagio. Como esto no le conviene a todo el mundo, tal vez en el futuro haya cada vez más necesidad de los escritores fantasma, para que ayuden a los que tienen dinero y poder a agitar sus prestigiosos diplomas ante nosotros siempre que se cuestionen sus competencias.
A fin de cuentas, contar con humanos o robots para respetar la regla cero de Asimov es demasiado optimista. Controlados por humanos, los robots serán tan buenos o tan malos como nosotros. Esperemos que ya haya científicos trabajando en el diseño de robots que puedan salvar a la humanidad de sí misma, ¡siempre y cuando no tomen el poder!
*Estudiante de Serbia del curso Español 7
CEPE-Polanco, UNAM, Ciudad de México
Imágenes: Getty Images Pro y Pixabay
[1]Dirigida por Neill Blomkamp, Estados Unidos/Sudáfrica, 2015
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