¡Bienvenido a México!
Jakub Holecek*
Bicicleta con frenos clásicos Foto: https://www.pexels.com/photo/ bicycle-bike-brakes-classic-145399/ |
Mi hobby favorito es andar en bicicleta, especialmente de montaña. Antes de mudarme a México iba a ejercitarme mínimo tres veces por semana. Por eso traje mi nueva bici de Austria aquí.
Unas semanas después de mi llegada a México, yo estaba muy emocionado porque iba a hacer ejercicio y explorar las montañas y la naturaleza y finalmente andar en mi bici por primera vez desde hacía mucho tiempo. Un amigo me recomendó ir al Desierto de los Leones, un parque natural en el oeste de la ciudad.
Era un domingo de octubre. Me levanté temprano y tomé el metro y una camioneta para llegar al parque. Ya había andado por un rato, cuando encontré a un joven ciclista y le pregunté por la dirección al mirador. Él me dijo que estaba subiendo a la misma cima y sugirió que fuéramos juntos. Feliz de encontrar a un amigo nuevo, estuve de acuerdo y empezamos a subir. Rodrigo, así se llamaba el joven, era muy simpático y divertido, era buena onda. Estuvimos platicando sobre nuestras vidas, trabajo y por supuesto sobre bicicletas, disfrutando el buen tiempo.
Luego de una hora llegamos al mirador. El panorama sobre toda la Ciudad de México era maravilloso. Dejamos las bicicletas al lado del camino para sentarnos, refrescarnos y disfrutar la buena vista. Al rato regresamos por las bicicletas. Yo llegué primero y no podía creer lo que mis ojos veían. Las bicis se habían ido.
Yo grité: -¡Rodrigo, alguien ha robado nuestras bicicletas!-
Él contestó: -¡No mames, eso no puede ser!
-¡No estoy bromeando! ¡Ven! ¡Apúrate! -respondí.
Totalmente sorprendidos y en shock, empezamos correr, cada uno a otra dirección del camino, para perseguir al ladrón. Buscando por más de una hora, no había encontrado a nadie ni a mi bici y perdí la esperanza. Tampoco podía llamar a Rodrigo, porque no tenía señal de teléfono. Estaba preocupado por él. Triste, enojado y decepcionado, no me quedó más que regresar a la casa en taxi y sin mi amada bicicleta. Pensaba, ¡qué pesadilla! No podía creer que me hubieran robado en mi primera salida, como en una mala telenovela.
Después, en la tarde, inesperadamente sonó mi celular. Era Rodrigo:
-¡Jacoboooo, qué bueno que estás bien! No vas a creer lo que me pasó. ¡Encontré nuestras bicicletas! ¡Qué padre!, ¿no?
-¡No te creo! ¿Cómo? -respondí.
-Estaban cerca del mirador. Yo regresé al mismo lugar y las vi escondidas entre los arbustos al lado del camino. Tal vez el ladrón las dejó allá para recogerlas más tarde.
-¡Increíble, Rodrigo! ¡No lo puedo creer! ¡Pues muchísimas gracias! ¡Te debo mucho!
Así, al final, recuperé mi bicicleta y encontré a mi primer amigo en México.
*Estudiante checo de Español 5.
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México.