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El terremoto, principal miedo de los haitianos

Diderot Valery Prosper Junior Jean*
Fuente de imagen: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:
2010_Haiti_earthquake_USAID_intensity_map_2.svg

Tenemos muchos problemas, como libro de aritmética, pero el más importante y el más urgente es el del terremoto. Este problema se convirtió en miedo al recordar el martes 12 de enero de 2010, un día que ningún haitiano podrá olvidar, un día grabado en la memoria de todos. De una magnitud de 7.2 grados y generado a una profundidad de 10 kilómetros, este terremoto casi destruyó la capital, Puerto Príncipe, y las ciudades cercanas. Registrado como una de las catástrofes mas graves de toda la historia, según las investigaciones fallecieron 316 000 personas; 350 000 quedaron heridas, discapacitadas y amputadas; y más de 1.5 millones quedaron sin hogar. Sin embargo, los que sobrevivieron deben seguir viviendo con este miedo de volver a ver un día similar, porque no estamos listos para recibir otro sismo. Es importante investigar sobre el problema real a fin de realizar cambios.

La tierra tembló por ahí de 30 segundos; se cayeron casas y edificios públicos, entre ellos el Palacio del Gobierno y la Catedral. Los habitantes se asustaron y corrieron en todas direcciones para salvar a sus familias. Eran muchos los que no sabían lo que era un terremoto; se escucharon muchas estupideces: algunos creyeron que era la explosión de una bomba atómica, otros pensaron que era un ataque de otros países; cada uno buscaba dar una justificación, porque no sabían nada.

Haití está ubicado sobre una falla conocida, la Placa del Caribe, que limita en el oeste con las Islas Antillas y al norte con la Placa Norteamericana, lo que hace de Haití un país altamente sísmico. Los terremotos son desastres naturales a los que muchas personas enfrentan año tras año, y no se puede hacer casi nada solamente disminuir los daños. El mismo terremoto no hubiera tenido los mismos efectos en un país como Japón. El daño causado por un terremoto depende del patrón de movimiento, de cuántas estructuras hay en esa área, de su calidad y otros factores.

En Haití, muchas personas se contentan con tener un hogar para dormir y protegerse del sol; una casa construida según las normas sísmicas cuesta mucho, pero vale la pena hacerla así, porque vas a cuidar tu vida y la de tu familia. Pero se construye como si nada, unos sobre otros, en los montes, sin reglas, y si sucede un terremoto, podemos presenciar deslizamientos y hundimientos.

Aunque los habitantes construyen mal, el gobierno tiene una gran responsabilidad en lo que pasó. Es común en Haití que una persona que no tiene licencia en ingeniería pueda construir, porque el gobierno no se da a la tarea de controlar la construcción de edificios públicos, y todos, aprovechando el desorden, hacen lo que quieren sin saber que pone vidas en peligro. Tenemos también una gran carencia en técnicos e ingenieros civiles.

Tenemos un bonito país, no podemos dejarlo así. En efecto, perdimos muchos hermanos, pero tenemos que seguir viviendo y aprender de todo esto. Los edificios más antiguos, en riesgo por terremotos, deben ser reforzados o reconstruidos; los administradores de emergencias deben estar equipados y listos para responder; y cada persona debe ser responsable de su seguridad y la protección de sus propiedades. Es así como podemos avanzar para reconstruir un nuevo país digno de nosotros. Si no, vamos siempre a llorar pidiendo ayuda a todos. Nuestros hijos deben vivir sin preocupación ni estrés, así que los jóvenes de hoy trabajamos juntos para dejarles un futuro mejor. Sigamos nuestro lema: "La unión hace la fuerza".

*Estudiante haitiano de Español Básico 4
CEPE-Taxco, UNAM, México