Pedro Páramo: el infierno, el purgatorio y la tierra prometida
Deborah Krichels*
En la novela Pedro Páramo[1] destaca para mí un aspecto mítico en relación con el espacio y cómo Juan Rulfo lo usa. Al principio, el viaje a Comala representa un símbolo mayor que persiste por todas partes de la novela. Segundo, el autor usa el espacio como símbolo, lo cual es evidente sobre todo en el lenguaje y, al mismo tiempo, en las imágenes que el autor utiliza. Finalmente, la historia se desarrolla entre campesinos, dentro de la vida de este tipo de gente. Juan Rulfo mantiene estos tres niveles del espacio vinculados con la tierra, con el sentido de querencia, a lo largo de Pedro Páramo
Comala existe en Pedro Páramo como una unidad de tiempo y lugar, como una coincidencia de un mismo lugar en un mismo tiempo (un cronotopo). Existe del mismo modo que la Ítaca de Homero, el Dublín de Joyce, el Cambray de Proust, la Alejandría de Durrell, el Nueva York de John Dos Passos o el D. F. de Carlos Fuentes, por ejemplo. El concepto del viaje aparece desde la primera página y la primera línea de la novela. El lector sabe inmediatamente que Comala existe mediante el padre, la madre y el hijo, "Vine a Comala" (p. 5).
Después de todo, Comala subsiste a veces como el Purgatorio, el Infierno, y La Tierra Prometida (el Cielo). Se nota en los siguientes tres ejemplos:
1) Después del monologo interior de Pedro Páramo sobre los dos sueños, uno "maldito" y un "bendito", le dice a Dorotea, "Ve a descansar un poco más a la tierra, hija, y procura ser buena para que tu Purgatorio sea menos largo." (p. 65)
2) Miguel Páramo dice, "Sé que ahora debe estar en lo mero hondo del Infierno, porque así se lo he pedido a todos los santos con todo mi fervor." (p. 31)
3) Dolores conserva el recuerdo de su madre, de su nacimiento y de la tierra, la tierra prometida, " Llanuras verdes El color de la tierra, el olor de de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada" (p. 21)
Además de estas imágenes de la tierra, Juan Rulfo introduce imágenes del cielo: la noche, la luna, las estrellas y la lluvia. Estas cosas de la naturaleza funcionan, para la gente del campo, dentro del ciclo de la cosecha. Existe un ejemplo muy significativo que es como una expresión de la tristeza:
El cielo estaba lleno de estrellas, gordas, hinchadas de tanta noche. Era una de esas lunas tristes que nadie mira, a las que nadie hace caso. Estuvo un rato allí desfigurada, sin dar ninguna luz, y después fue a esconderse detrás de los cerros. (p. 111)
Como en un montaje, el autor intercala varias pequeñas historias y monólogos interiores, además de repeticiones y referencias a la tierra. Significan mucho las palabras de Susana que comienzan, "Pienso mucho cuando maduraban los limones. � "(p.80-82) Especialmente las mujeres hablan por todo el libro como en este fragmento de Susana. Las intertextualidades de las palabras como "Tengo la boca llena de tierra" (p.119) son impresionantes para el lector.
Espacios como la tierra de la Media Luna y Comala existen como una edad del alma. Porque la tierra natal de los campesinos aparece todos los días en todos sus diálogos. Al fin, siempre hay un ansia presente por esta tierra en este mundo y también en el próximo. En verdad, eso significa su regreso a los orígenes, a su querencia en donde prevalecen sus costumbres y todo lo que se quiere bien.
* Estudiante estadunidense del curso de Comentarios de Textos Literarios.
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.
[1] Rulfo, Juan, Pedro Páramo, Ed. RM & Fundación Juan Rulfo, México, 2009.