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Felipe S. Gutiérrez, pintor de las Américas

El martes 13 de octubre de l998, la maestra Esperanza Garrido, directora de la ESECA de la UNAM, dictó una conferencia magistral en la que los asistentes descubrieron el por qué la sala de conferencias de esta escuela lleva el nombre de Felipe S. Gutiérrez.

Narra la maestra que Felipe S. Gutiérrez nace en Texcoco, México, en el año de 1824 (vive casi completo el siglo, para nuestra fortuna, por la herencia pictórica que nos legó). Por sus venas corre sangre de artista: a muy corta edad, a los 12 años, ingresa en la Escuela de San Carlos e inicia la que sería una larga trayectoria en el campo de la pintura. Pintaba paisajes, retratos, registraba con el pincel escenas cotidianas. Su pintura tranquila, sin escenas cruentas o violentas causa grata sensación al contemplarlas.

Aunado a este talento, Felipe S. Gutiérrez fue también escritor, no literato, más bien cronista de sus viajes interminables por diferentes partes del mundo, por Bogotá, Colombia, Filadelfia, San Francisco y Nueva York en Estados Unidos, entre muchos más, incluyendo el Viejo Mundo.

Añade la maestra Garrido que durante sus años de formación como pintor, se relacionó con grandes maestros de su época como Rafael Pombo y otros renombrados artistas.

Asimismo, ganó varios premios y reconocimientos a sus obras, entre las cuales se cuentan El juramento de Bruto y La Cazadora de los Andes.

Además de retratista, Felipe S. Gutiérrez hizo bellos trabajos de pintura religiosa en el convento de la Merced en la ciudad de Toluca y en la Villa de Guadalupe al norte de la ciudad de México, que aún se conservan en muy buen estado y que podemos admirar para nuestro deleite.