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Crónica sobre un pueblo de México

Chang Tzu-Tien (Flora)*

Pueblo mágico son las primeras palabras que vinieron a mi mente cuando hablamos de pueblos de México. Pregunté a la gente sobre estas palabras y me di cuenta de que es un programa turístico para que los visitantes tengan experiencias especiales sobre la riqueza cultural, la belleza natural, las historias y tradiciones de las regiones, así como para promover el turismo local, en particular de los pueblos. Hace tres años tuve la oportunidad de ir a algunos lugares impresionantes en México, como Izamal, en Yucatán, y Teotihuacán, en el Estado de México. Esta vez fui a otro pueblo mágico: Tepoztlán, que está ubicado en el estado de Morelos.

Fue el 6 de febrero de 2023, durante un puente por el Día de la Constitución Mexicana. Pensé que era una buena idea hacer un viajecito durante mis días de descanso, pero también me preocupó un poco que hubiera mucha gente en el lugar. De todos modos, decidí ir a Tepoztlán, que está en el sur y es un pueblo cercano a la Ciudad de México. Invité a algunos amigos de mi clase del CEPE y al final fuimos seis personas. En la mañana tomé el camión de mi casa a la Terminal de Autobuses del Sur (Taxqueña), que se tardó 30 minutos en llegar. Me sentí muy bien porque no había mucha gente en el camión y fue muy rápido. Después tomamos un autobús que va a Tepoztlán; oficialmente aquí comenzó nuestro viajecito.

‘¡Terminal Tepoztlán!’, dijo el hombre. Y luego tomamos un taxi al centro.

Cuando llegamos al centro de Tepoztlán, me sorprendió la belleza de los cerros que rodean el pueblo. El color, el calor, así como el mar de gente, me impresionaron. Muchas veces vi una figura muy particular con barba (la gente me dijo que se llama chinelo) y se venden varias cosas como máscaras, tazas y jarras con la forma de los chinelos. A mí me gustó mucho ver las artesanías culturales y coloridas. En la calle, llena de tiendas y personas, tomamos pulque fresco y comimos helados (el sabor de maracuyá estuvo delicioso). Después de comer en la calle y en el mercado, fuimos a subir al cerro del Tepozteco, una zona arqueológica. Era difícil porque había muchísima gente en el mismo lugar. Sufrí un rato al subir la montaña; como era de esperar, solo cumplí la mitad del camino. Simplemente quería guardar mi energía para disfrutar más cosas en el resto del día. En este punto, me separé de mis compañeros por un ratito.

Al bajar del cerro, fui a un café que se llama Café Amor, donde probé una crepa de cajeta y un vaso grande de naranjada. Disfruté mucho la comida y la tranquilidad, porque este café está en una terraza, desde donde se puede ver el paisaje del pueblo con una vista completa y, por supuesto, evitar la multitud. Luego fui a visitar el convento que tiene muros con pinturas del siglo XVI. Es un lugar solemne e increíble. Me encantaron los muros con las pinturas. Fueron tan hermosos que tomé muchas fotos allí. Cuando terminé de disfrutar el arte, nuestro viaje estaba llegando también a su fin.

Al reunirme con mis compañeros, hablamos sobre la vida y el aprendizaje del español, caminamos a la terminal y esperamos la hora de regresar; era de noche, con la luna brillante de este pueblo mágico.

 

Imagen de la autora

*Estudiante de Taiwán del curso Español 5

 Profesor: Horacio Molano

 CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México


 



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