La Navidad en México
Erika Ehnis Duhne*
A todos los mexicanos y mexicanas nos gusta mucho la Navidad. Se debe a incontables motivos, como la celebración religiosa típica de algunas iglesias; la valoración de todo un año que casi termina; el poder decorar diferente nuestro ambiente; la oportunidad de tener vacaciones o días de descanso; la excusa ideal para viajar o reencontrarnos con la familia y los amigos. Hay muchísimas formas de reunirnos, como los brindis o comidas en las oficinas y empresas, o las misas y las tradicionales posadas. Claro, todas estas ocasiones son convivencias que se disfrutan mucho: siempre están acompañadas de cuantiosa y deliciosa comida de la temporada, rituales, bebidas y, en ocasiones, regalos y obsequios.
Por eso, la temporada navideña es una de las celebraciones más importantes del año en México, además de ser la más larga. Dura pingües semanas: del 12 de diciembre al 6 de enero, pero yo diría que remata hasta el 2 de febrero, con los tamales y la levantada del Niño Dios del pesebre. Es una época muy bella, porque despierta un sentimiento de alegría, ilusión y nuevos anhelos en toda la gente, no importa dónde se encuentre o de qué religión, tradiciones o clase socioeconómica sea.
En su festejo, en México convergen tres grandes tradiciones:
a) La europea y estadounidense con las decoraciones, el árbol de Navidad, villancicos y reuniones; finaliza con Santa Claus trayendo juguetes a los niños el 24 de diciembre en la noche.
b) La católica, como asistir a la misa de gallo el 24 de diciembre; poner en casa el arbolito y visitar los nacimientos (que en España llaman “montar el Belén). La tradición de los Tres Reyes Magos, en la cual se come la rosca de reyes el 5 de enero en la noche, y más tarde, los tres dejarán juguetes a los niños de esa casa. También es obligatorio comer turrones y mazapanes de Toledo en esta época.
c) Finalmente la tercera tradición, que también juega un papel muy importante, es la de los pueblos originarios de México y su adaptación al mestizaje y desarrollo de nuestro país. Veamos al menos dos ejemplos de la ciudad de Oaxaca: el 23 de diciembre se acostumbra visitar la Noche de los rábanos, que es un concurso y exposición de figuras del nacimiento tradicional, elaboradas principalmente con rábanos comestibles; o también, comer en los puestos de la calle un rico mole oaxaqueño y, al terminar, aventar el plato vacío al piso para que se quiebre (“romper la vajilla” de barro es un ritual que simboliza la renovación para el año nuevo, que iniciará en pocos días). ¡Es una sensación espectacular la alegría de caminar por la calle pisando estos miles de guijarros rotos entre tanta gente y algarabía!
Imagen: cn, Piñata
*Profesora de Español
CEPE-CU,
UNAM, Ciudad de México
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