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De momento, el Carpe Diem del extranjero

Emmanuel Lwamba Bilonda*
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De momento, el Carpe Diem del extranjero
Foto: Emmanuel Lwamba Bilonda

La expresión adverbial de momento1 es usada con frecuencia por varios extranjeros para comunicar que están disfrutando de su estancia en aquel país que visitan. De este modo, no sólo se trata de elogiar lo bueno de ser extranjero, sino de destacar también lo malo.

Usando el credo hedonista carpe diem2, queremos mostrar que el extranjero disfruta al máximo, día tras día, de su estancia fuera de su tierra nativa. Así pues, uno aprende más que el autóctono.

El extranjero del cual se trata aquí no es aquel de Albert Camus3 (al cual el progreso tecnológico lo ha privado de la participación en las decisiones colectivas y lo ha convertido en extranjero dentro de lo que debería ser su propio entorno), sino cualquiera que se reconoce como tal por haber estado un tiempo fuera de su país. En este sentido, ser extranjero se vuelve ser conocedor de cosas, ya que el mundo en su complejidad nos permite aprender siempre cosas nuevas tales como la cultura, la historia, la geografía, la gastronomía, el arte, el idioma y qué sé yo.

El carpe diem tiene en común con nuestra expresión adverbial arriba mencionada:

  • el carácter del presente;
  • la idea del placer y del disfrutar y
  • la incertidumbre del futuro.

Para entender mejor estos tres elementos, nos fijamos en la definición clásica de la Historia: «una continuidad viva en la que el hoy nace del ayer y florece en el mañana».4

Para indicar el presente, los extranjeros van siempre comparando la experiencia pretérita, o sea la de su país, con la del país que visitan. En efecto, la nueva nutre y completa la anterior, la cual favorece la comprensión y la aceptación de la nueva. Esta interacción entre ambas experiencias le permite al visitante aprender muchas cosas en poco tiempo. Asimismo, cada quien, de acuerdo con su interés, acumula con velocidad los conocimientos de su área de trabajo. Pero lo primero en aprender es generalmente el idioma, que importa tanto. Aquí cabe mencionar al Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE-UNAM), donde varios han ido aprendiendo paulatinamente el idioma de Miguel de Cervantes.

De este modo el español, como cualquier otro idioma, vehicula no sólo la cultura, sino también el modus vivendi del pueblo, en este caso, el mexicano. De ahí la diferencia entre el español venezolano, peruano, cubano... ya que cada zona, de acuerdo con el modo de vida del pueblo, agrega sus propios matices al idioma. Por ejemplo, se usa el término ¡Cónchale! en Venezuela para exclamar sorpresa, entusiasmo, decepción... Con esa idea del presente, el extranjero termina su estancia habiendo visitado el país más que el nativo.

En eso reside la relación entre el presente y la idea del placer y del disfrutar. Por lo tanto, los extranjeros suelen mencionar lo que más les ha gustado. Hablando de México se suelen mencionar: las pirámides de Teotihuacán, la Barranca del Cobre, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, la Peña de Bernal, el Santuario de la Mariposa Monarca, las playas (Cancún, Acapulco...), los sombreros, los tacos, el atole, el tequila...

Por último, lo que caracteriza al extranjero es la incertidumbre del mañana. El extranjero (los griegos usaban a veces el término bárbaro) no es hermano, aunque le digan siempre así. Dos son las razones:

  • Platón llama hermanos a los compatriotas5. Desde esa consideración, el no compatriota es siempre el extranjero quien, desde la desconfianza, no se fía de cualquiera que le brinde la amistad. En este aspecto, se requiere destacar la generosidad del mexicano, que es capaz de acoger al extranjero y de darle en todo momento lo que necesite aun sin haberlo conocido.
  • Jenofonte llama hermano al amigo6 . Al llegar a un nuevo destino nadie tiene amigos. Por este hecho, el extranjero se siente inseguro y se lanza a la aventura sin pensar en las consecuencias. Asimismo, uno se encuentra con buenos amigos y otro con presuntos amigos que se aprovechan de uno.

Considerando estas dos argumentaciones, la incertidumbre del extranjero le viene a causa de las informaciones que le llegaban aun estando en su país. Por ejemplo, de México se cuenta que es un país con muchos traficantes de drogas, por consiguiente, con una tremenda inseguridad. En efecto, varios se marchan de México por la fama que tiene el verbo asaltar.

El extranjero no está seguro del mañana porque a veces es víctima de segregación racial. Hablando del racismo, es importante enterarse de lo ridículo de ser racista como de lo penoso (y de vez en cuando de lo divertido) de ser víctima de racismo. De entrada, el mundo sería aburrido si todas las personas fueran idénticas.

El término raza deriva probablemente de la palabra árabe ras que significa cabeza. Como tal, la cabeza es el símbolo del poder, de aquel que manda, ya que casi todos los cincos sentidos se encuentran en la cabeza. Por eso, ese término tiene marcas de sospechas. En efecto, la actitud racista considera a los demás inferiores e imperfectos por no ser semejantes a ellos.

De ahí que se considere que lo que es extranjero no es bueno, porque del ser inferior no se puede aprender nada. Parece ser una consideración literal y fundamentalista del Salmo 144,7 que dice: «Extiende tu mano desde lo alto, sálvame, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los hijos de los extranjeros, cuya boca jura en falso y cuya diestra es diestra de mentira».

Esa consideración ha estado en la base de la colonización y sigue siendo un elemento de dominación hasta hoy, o sea, de neocolonialismo. Eso explica, por ejemplo, las guerras hechas por Hernán Cortés, ya que según él los nativos (hoy mexicanos) eran bárbaros, esclavos por naturaleza y hacían sacrificios humanos. Como él se creía superior, le tocaba entonces civilizar a ese pueblo. Como consecuencia, México perdió mucho de su cultura durante la conquista. Debido a lo anterior, muchos mexicanos consideran a Hernán Cortés como un hombre entre Dios y el Diablo7.

Para concluir, decimos que disfrutar es lo propio del extranjero, ya que quiere tener algo que contar cuando regrese a su tierra. Por lo tanto, se dedica no sólo a cumplir la razón de su estancia, sino que aprende más para conocer. Como caña pensante, el extranjero sabe de su miseria que le hace perder la confianza, la certidumbre y muchas cosas más. Por eso es famoso el refrán popular que dice "comamos y bebamos, que mañana moriremos".

Aun sabiendo que el ser extranjero tiene una parte positiva y una negativa, se requiere del extranjero un conocimiento amplio que le ayude a afrontar cualquier situación que le toque vivir. En este sentido, algunas películas famosas le servirán de enseñanza para promover la pluralidad.

Por ejemplo: El médico africano y Dios mío, ¿qué te hemos hecho? muestran que el lema de la revolución francesa liberté-égalité-fraternité, es una síntesis que debería siempre acompañar a cualquier persona y en cualquier situación.

1. Usamos esa expresión, porque a la pregunta ¿cómo estás? muchos extranjeros que conozco suelen contestar "de momento, bien". Así que nos hemos hecho cargo de reflexionar sobre esta expresión adverbial.
2. Carpe Diem retoma su nombre de la frase del poeta Horacio, "aprovecha el día", el perfecto recordatorio que nos ubica en el momento presente para cumplir con nuestras actividades y compromisos cotidianos. Véase Historia de la filosofía. Giovanni Reale y Darío Antíseri, vol. 1, Bogotá, 2007, p 410.
3. Cfr. Albert CAMUS, El extranjero. Madrid: Alianza, 1997. Es la primera novela del autor, publicada en 1947. El protagonista, Meursault, es un ser indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable.
4. Curso de Historia eclesiástica antigua. Roberto Jaramillo Escutia, siglos I-IX, Ad usum privatum, UPM, México 2005, p 5.
5. La fraternidad cristiana. Joseph Ratzinger. Madrid: Taurus, 1962, p 15.
6. ídem

*Estudiante congoleño de Español 6.
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México.