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¿Cómo lograr un mejor entendimiento intercultural?

Emily Tamanaha*
Entendimiento intercultural
Entendimiento intercultural
Foto: Emily Tamanaha

En nuestro mundo global, cada día vivimos más y más experiencias interculturales. Desde los programas transmitidos por los medios de comunicación hasta el contacto directo con algún nuevo estudiante en nuestra clase, nos permite observar que la mezcla de culturas, aun dentro del mismo país, es inevitable. El hecho de no buscar una manera de entendernos, puede provocar malentendidos y frustración. Por eso todos los que van a otro país, ya sea por una semana, por un año o más, tendrán que lidiar con los choques culturales que seguramente ocurrirán. Así que, ¿cómo podemos evitar o por los menos minimizar el impacto de estos encuentros para llegar a un mejor entendimiento intercultural? Desde mi propia opinión y experiencia hay cuatro elementos importantes:

  • El conocimiento de la propia cultura.
  • La habilidad de aprender a observar y comprender antes de juzgar.
  • Una actitud abierta y disposición a aprender.
  • La convivencia cotidiana con otras personas.

A partir de este año, mi esposo y yo nos mudamos a México para vivir durante un periodo largo en este país y por eso nos interesa mucho la habilidad de tener un contacto profundo con una nueva cultura e incluso poder integrarla como una parte de nosotros. Por todo esto, quiero presentar mis reflexiones sobre este proceso.

¿Quién soy? ¿De dónde vengo?

Todos poseemos una perspectiva o punto de vista formado y derivado de nuestra crianza y experiencias culturales. No podemos negar u olvidar de dónde venimos. Sin embargo, es importante reconocer este punto de vista y admitir que, cuando nos integramos a una nueva cultura, no lo hacemos de una manera completamente neutral. Nuestras opiniones y reacciones no son objetivas porque surgen de nuestra experiencia, muchas veces limitada, sobre el mundo. Al aceptar este hecho, podemos mantenernos más abiertos a otras costumbres que nos permitan reconocer que hay otro mundo más allá de lo que hemos vivido antes. Si creemos que nuestras inclinaciones culturales son las únicas correctas, pensaremos sólo en el mundo como lo conocemos y todo lo diferente se convertirá en una amenaza a nuestra manera de vivir. Tampoco deseamos olvidarnos de nuestras propias culturas y, por lo tanto, hay que reconocerlas para sentirnos orgullosos de nuestras raíces y, al mismo tiempo, prepararnos para algo nuevo.

Mi primera experiencia con respecto a esto fue como estudiante de la universidad en los Estados Unidos cuando conocí a una amiga de un país muy diferente y lejano del mío. Aunque al principio nos caímos bien, o eso pensaba yo, después de un año de amistad, ella me confesó un día que, cuando nos habíamos conocido por primera vez, ¡yo no le había caído bien! Por supuesto que me fui de espaldas con su confesión, pero al comentar la experiencia, nos dimos cuenta de la manera diferente en que pensamos en cuanto a la amistad. Para ella, entablar una amistad necesitaba tomarse un tiempo y mi acercamiento inicial, demasiado amigable, le parecía casi falso. Antes, yo sólo había formado amistades con personas de culturas semejantes y nunca había pensado que existían otras formas de ser. Esta experiencia provocó el inicio de un largo camino hacia el conocimiento de mi propia cultura y cómo influye en todo lo que hago.

No es bueno ni malo, sólo diferente

Al entrar en un nuevo país, los choques culturales son inevitables. ¡Estamos en un país diferente, todo va a ser diferente! No nos debe sorprender. Sin embargo, muchas veces nuestra primera reacción ante las costumbres del nuevo país es: "pues, ¿por qué lo hacen así? Están mal". Juzgar es un instinto humano natural pero tal vez no es lo más útil para lograr el entendimiento de otra cultura.

Para mí, el lema más importante ha sido: "no es bueno ni malo, sólo diferente". En los momentos de los choques culturales, he tratado de suspender el juicio y entender antes de juzgar. En vez de pensar: "No lo deben hacer así; en mi país lo hacemos de otra manera"; intento cultivar una verdadera curiosidad: "¡Qué interesante!, ¿por qué lo harán así?, ¿cuál es la historia detrás de esta costumbre?". A pesar de que no siempre tengo éxito, esta actitud me ha salvado varias veces de bajar en una espiral de juicios. Además, hay que reconocer que no podemos entender una cultura nueva con tan pocas experiencias. A veces es sólo a través del tiempo que logramos entender el porqué detrás de lo que vemos. Sin embargo, si no empezamos con la suspensión del juicio y el cultivo de la curiosidad, nunca podremos entender nuestras nuevas experiencias.

La importancia de la actitud

Cuando estuve entrenando para participar en un medio maratón, todos me decían: "correr es 90% mental". No les creía completamente; ya que el entrenamiento también es necesario, pero tenían razón en el hecho de que mi actitud y mi mentalidad jugaban un papel esencial para mi éxito. Con la adaptación a un nuevo ambiente resulta similar: la actitud con la que entremos puede determinar la experiencia que obtendremos.

Antes de mudarme a México, yo sabía que habría dificultades, choques culturales y momentos de confusión por lo que me di cuenta de que habría sido imposible prepararme para cada situación. Por lo tanto, decidí enfocarme en el elemento que podía controlar: mi mentalidad. En cualquier situación, me pregunto si estoy abierta o estoy cerrada. Cuando me enfrento a una experiencia desconocida o me siento avergonzada en un contexto social, mi herramienta más importante ha sido la risa. En estos momentos, sería fácil culpar a la nueva cultura o asumir la mala intención donde no existe, pero la habilidad de reírse de sí mismo nos puede salvar aun en las peores circunstancias.

Durante mi primer mes en México, antes de empezar mi curso en el CEPE-Taxco, mi esposo y yo habíamos vivido con una familia para empezar nuestro aprendizaje mediante una experiencia de inmersión. En ese mes, me comprometí a aceptar cualquier invitación que la familia me ofreciera porque quería estar abierta a nuevas experiencias. Un día, nos dijeron que íbamos a "visitar a un amigo". No llevaba nada porque íbamos a caminar a la casa de un vecino y tomar café con unas personas –o eso pensaba yo. Al llegar a la casa, me enteré de que asistiríamos a una fiesta de graduación de una chica que nunca antes había conocido. Como mi esposo y yo éramos los únicos extranjeros, todos nos hacían preguntas y atraíamos mucho su atención. Aunque este evento me sorprendió porque no tenía planeado ir a una fiesta, pude reírme y disfrutar de una nueva experiencia. Hay que mantenernos flexibles y abiertos para poder aprender más.

La necesidad de divertirse

A través de mi tiempo con una familia aprendí la importancia de la convivencia. Para la cultura mexicana la familia y las relaciones sociales son muy importantes. Para cualquier extranjero que quiera aprender el idioma, así como la cultura, el elemento de las interacciones sociales resulta de suma importancia. Yo estudié español por muchos años antes de mudarme a México, pero en los pocos meses que llevo aquí, he aprendido más de lo que hubiera podido imaginar. He tenido la oportunidad de convivir con la gente, platicar, probar los platillos regionales, ir al mercado, conocer a los dueños de mis tiendas favoritas y mucho más. Este componente relacional me ha ayudado más que el mejor libro de texto. Por eso, además de estudiar mucho y esforzarme en entender el subjuntivo, necesito darme a la tarea de disfrutar de la cultura y la vida en este país. Evitar los malentendidos culturales no es una cuestión sólo de hablar el idioma, sino de entender la cultura; y eso ocurre a través de la convivencia frecuente y cotidiana.

Reflexiones finales

El trabajo de entender y convivir con una nueva cultura no es fácil; no es algo que se pueda aprender de un libro. Sin embargo, podemos llegar a un mejor entendimiento intercultural si entramos con humildad, desarrollamos un buen sentido del humor y las herramientas que he mencionado hasta ahora. Con mis reflexiones, espero alentar a todos los estudiantes del CEPE o a otros extranjeros y asegurarles que, aunque pueda ser difícil entrar en una cultura nueva, vale la pena porque esto nos permite enriquecer la propia vida. Si estamos aquí en México por una semana, un año o más, hay tanto que aprender y disfrutar de este bonito país; y si aprovechamos la oportunidad, nos sorprenderá lo que encontraremos. Espero que mis reflexiones les hayan ayudado. Sigo aprendiendo y adaptándome como lo haré toda mi vida y los invito a hacer lo mismo.

*Estudiante estadounidense de Español 7.
CEPE-Taxco, UNAM, México.