El capitalismo y la problemática ambiental
Ana Luiza Moraes Patrão*
 Cerro de Potosí � Bolivia Foto de Ana Luiza Moraes Patrão � Enero de 2013 |
Actualmente, mucho se habla de la importancia de conservar la naturaleza. Si prendemos la televisión o si leemos un periódico o una revista seguro que encontraremos reportajes, debates y artículos de lo más variados sobre los temas de la deforestación de la naturaleza, la contaminación de los ríos y mares, el efecto del gas invernadero y muchos otros. Es cierto afirmar que en toda la historia de la humanidad, por ejemplo, nunca se produjo tanta basura como ahora, sea sólida, líquida o gaseosa y que el planeta tierra ya está en el límite de absorber tanta contaminación.
Pensar solamente en las consecuencias de esta interferencia humana nociva sobre la naturaleza no es suficiente si pretendemos, seriamente, cambiar estos impactos. Tampoco es suficiente echarles la culpa por tales cambios a las personas. Hay que aclarar las causas estructurales para, entonces, obtener un diagnóstico preciso de la realidad. Y, sin medias palabras, la causa estructural de toda esa problemática se llama: capitalismo.
Sin embargo, por obvio que parezca, muchos intereses se encuentran en conflicto, desde el punto de vista de la lucha de clases. Admitir que las relaciones ser humano naturaleza producidas por este modelo socioeconómico son las causas de tal desequilibrio es decir que un cambio significativo, quizás revolucionario, tiene que ser implementado.
En líneas generales, el principio básico que guía el modo de producción capitalista consiste en ampliar constantemente la producción de la plusvalía, es decir, el capitalista necesita siempre y cada vez más explotar la mano de obra trabajadora con la finalidad de obtener capital adicional para así producir más mercancías que serán reinvertidas en el mercado para mantenerse activo en la competencia mundial. Para eso, en este sistema hay que trabajar con la lógica del valor de trueque y no con la del valor de uso. Al capitalista no le importa cuál es la finalidad de las mercancías que se producen. Lo importante es que haya personas dispuestas a comprarlas y que sean producidas con el costo mínimo para que se vendan mucho. En este momento, usted puede estarse preguntando ¿pero qué tiene eso que ver con la problemática ambiental? La respuesta es: ¡todo! Porque como se dijo arriba, el propio sistema exige que se produzca cada vez más y más para mantenerse como parte del sistema. Por eso, existe el fenómeno de la obsolescencia programada, donde los diversos tipos de mercancías como electrónicos, máquinas, ropa, etc. tienen cada vez menos tiempo de vida. Es común que las personas constaten que los productos adquiridos hoy duran cada vez menos, sea por su calidad, sea por su tecnología desactualizada.
Es importante notar, de esta forma, que el consumo cada vez más grande de mercancías está relacionado con la necesidad de producir constantemente y cada vez más en el capitalismo. Por eso, decir simplemente que la gente debe reducir su consumo es una visión muy restrictiva de la realidad. Hay que intervenir en el modo de producción si deseamos cambiar profunda y definitivamente la relación actual predatoria del ser humano con la naturaleza.
Para ilustrar y finalizar, abajo se encuentra una foto del Cerro de Potosí en Bolivia, la mina más grande e importante de todos los tiempos, que fuera crucial para el desarrollo del capitalismo naciente del siglo XVI. Su riqueza fue tan grande que en su monumental obra "Don Quijote de la Mancha" Miguel de Cervantes acuñó el dicho español vale un Potosí, que significa que algo vale una fortuna.[1] Es posible afirmar que la explotación de esa mina hido uno de los primeros desastres sociales y ambientales producidos por el ser humano en la historia. De ahí si extraerían millares de toneladas de plata y otros metales nobles de forma irracional, comprometiendo el equilibrio ambiental local, y aniquilando la vida de otros millares de trabajadores, en su mayoría indígenas, para así mantener activa la economía europea de la época. Además de ese ejemplo, otros miles pueden ser encontrados a lo largo de la historia, sobre todo de los últimos cinco siglos, que son representativos de esa violenta relación establecida entre el ser humano y la naturaleza.
* Estudiante brasileña de Taller de Redacción 3
CEPE-UNAM, CU, México, D.F
