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Reflexión

Rosa Esther Delgadillo*

 

      Las paredes del tiempo impidiendo

      que los sueños, las alegrías, las tristezas

      trasciendan al olvido, nos muestran

      en diferentes colores las marcas

      de las dulzuras, las penas y los sinsabores.

       

      Y ahora, a punto de caer la última hoja

      de lo que han sido estos ajetreados, cruentos,

      y bélicos 365 días, ruedan las lágrimas derramadas

      por los amigos y seres queridos

      que terminaron su misión en este espacio terrenal.

       

      Quedarán en el recuerdo los sinsabores

      provocados por las enfermedades

      superadas gracias al avance de la ciencia

      y al deseo de seguir compartiendo y construyendo

      experiencias de vida.

       

      Quedarán colgadas y enmarcadas

      las dulzuras de las metas alcanzadas

      manifiestas en una nueva vida,

      un título o logro profesional

      un aniversario más con la pareja,

      un encuentro con la ciencia, con el conocimiento.

       

      Lo que también queda y no se pierde

      es la fe en el amigo, presente y ausente,

      la esperanza en lo auténtico,

      la renovación de nuestro eterno deseo:

       

      Salud para crear, disfrutar y trabajar

      Dinero para vivir dignamente

      Y amor a Dios y al prójimo para transformar.

       

      ¡Feliz 2004!

       

*Profesora de Español
CEPE-UNAM en México, D. F.