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Educación, muchachos y muchachas

Leonard Swiderski*

Hace unos días, oí un reportaje en el que un portavoz del Ministerio de Educación de Quebec se alarmaba del hecho de que los muchachos no tienen éxito en sus estudios como las muchachas. Se decía que, desde hace dos o tres decenios, la tasa de fracaso de los varones ha empeorado cada vez más. Y en Outaouais, Quebec, la diferencia entre muchachos y muchachas es la peor de la provincia.

Por supuesto, uno se hace la pregunta: ¿por qué? Una razón es que el contenido del currículo ha cambiado en respuesta a la demanda del mundo de trabajo; mientras los empleos se volvieron más administrativos y menos industriales, en los cursos de nivel secundaria se puso más énfasis sobre lo intelectual y menos sobre lo manual.

Las muchachas caben mejor en un ambiente en donde se deben quedar tranquilas, seguir las reglas y usar la mente. En cambio, los muchachos necesitan más estimulación física, la cual les falta ahora que no se dan tantos cursos de taller mecánico, carpintería o deportes. Es parte de un alejamiento general del mundo físico. Basta con mirar las colonias de residencias de clase media en donde todo es perfecto.

Creo que este efecto se ve más en Outaouais porque, en una generación, la índole de los empleos cambió de la industria de la madera y los talleres a la administración gubernamental y la alta tecnología; la cultura de muchos de los padres de estos jóvenes sigue siendo la de la mano de obra. Sin embargo, se pierde la tradición de aprendizaje para empleos como plomero, electricista, carpintero de muebles o mecánico, a tal punto que faltan trabajadores. Paradójicamente, los programas vocacionales cierran por falta de alumnos, a diferencia de lo que pasa en Europa, en donde los jóvenes que quieren seguir una carrera de trabajo manual se benefician de programas apoyados por la industria.

¿Entonces, qué hacer? El periodista citó una investigación australiana en la que se aconseja no comparar a los muchachos con las muchachas, sino enfatizar lo común entre ellos y ellas. Creo que es una solución parcial.

El mundo administrativo con sus procedimientos puede desanimar el impulso de salir de lo ordinario que sienten tantos muchachos. Porque la administración exige conformidad y estabilidad. Eso no es para todos.

* Estudiante del nivel Intermedio 3
UNAM-ESECA en Gatineau, Quebec, Canadá