El español y el legado de otras lenguas
Emma Jiménez Llamas
Foto: Aguacate |
De la A a la C
Una breve visita al diccionario nos abre las puertas a otras culturas. Palabras tan necesarias como el azul del cielo, el azúcar de los dulces o el azar en el juego nos lleva al árabe y al aroma del café.
En el banquete que se sirve en las bodas, en el billar de ansiadas carambolas y en los billetes para el intercambio de bienes reconocemos la herencia de la lengua francesa.
Irlanda se hace presente en el español, por ejemplo, con un nombre propio vuelto sustantivo, boicot (Boycott), y Cataluña nos obsequia el término borracha, con su mezcla de vino en bota o botella.
El italiano aporta dos oficios que requieren destrezas especiales, el de centinela y el de charlatán,el primero de uso más bien figurado en la actualidad, mientras que el segundo es el personaje que sigue dando colorido a las calles con su venta de mercancías.
El delicioso chocolate trae en su nombre dos palabras mexicanas, xoco (amargo) y atl (agua). También del náhuatl recibe el español esa mantequilla natural que es el aguacate, sabrosa como alimento y saludable para la piel, y recibe también el picante chile, aderezo de toda salsa mexicana.
Y al cerrar este mínimo recorrido por el diccionario de la lengua española, llegamos al club deportivo, cultural o nocturno, que nos llega en tiempos recientes vía el inglés, junto con el clóset para guardar la ropa.
Por supuesto, las bases latinas y griegas del español nos sirven para concluir este capítulo anárquico.