El dilema pesquero
Roger Verreault
Quisiera presentar un caso que se vive aquí en Canadá, presentado en la emisión THE NATURE OF THINGS del 12 de marzo de 1998, conducida por el Dr. David Suzuki. Se trata de la explotación de la pesca en la región de la Bahía de Fundy, situada entre Nueva Brunswick y Nueva Escocia.
Hace treinta o cuarenta años, esta región tenía muchos pueblos que vivían de la pesca. Por ejemplo, había más de 150 barcos que pertenecían a familias originarias de pequeñas comunidades costeras. Pero hoy menos de 30 barcos todavía pescan, y el número se reduce cada día. La razón es que después de decenios de desarrollo de gigantescos barcos de pesca -- deberíamos decir de verdaderas fábricas flotantes--, equipados con tecnología cada vez más alta, y políticas gubernamentales de gestión erróneas, hemos pescado en la mayoría de los océanos más allá de sus capacidades naturales. Una tras otra, estas comunidades, que han existido durante siglos, van decayendo, y sólo algunas siguen luchando por sobrevivir. Después de la segunda guerra mundial, el papel de la tecnología ha cambiado y la pesca se ha industrializado. Los grandes barcos modernos de pesca son como barcos de guerra poderosos, están equipados de radar y sonar. Pueden pescar 365 días por año, y en cualquier clima. Pasan por el fondo del océano como si fueran gigantescas aspiradoras, capturando todo tipo de vida acuática, incluso en los lugares donde frezan los peces. Los pescados pueden ser procesados y empaquetados sin que los barcos regresen al puerto.
De las especies que se atrapan, solamente algunas se aprovechan, mientras que otras se devuelven al mar como si fueran desecho. Desde hace 20 años Canadá ha creado políticas de expansión de la explotación, pero todavía sin tener en cuenta ni la conservación ni las relaciones naturales entre especies. Han creado modelos matemáticos y científicos para aumentar la pesca solamente. En 1992, la primera especie que casi desapareció fue el bacalao. Finalmente el gobierno paró la masacre, al prohibir la pesca de esta especie; se culpó de abuso a los pescadores extranjeros, se habló de errores de la ciencia e incluso se culpó a las focas. Recientemente se han introducido cuotas individuales transferibles (ITQ) para limitar la cantidad de pescados por pescador, pero ahora le cuesta tan caro pescar a un individuo, que para él es más provechoso vender o alquilar su permiso de pesca a una gran empresa corporativa y quedarse en su casa. En realidad, estas empresas prefieren pagar a los pescadores para que se queden en casa, porque de todas maneras no les gusta negociar con campesinos de nivel rural.
En conclusión, por cada una o dos de estas super-dragas modernas, las grandes corporaciones han sustituido el trabajo y destruido la vida tradicional de 20 a 30 comunidades que han existido desde hace siglos. Creo que la pesca es un derecho humano, pero si su supervivencia depende solamente de algunos gurus de Wall Street, y si las decisiones políticas no pueden ser tomadas de manera pacífica y con respeto a las normas ecológicas, podemos decir que los pescadores de la Bahía de Fundy han llegado al fin de la cuerda, y que serán la ultima generación de pescadores, si no se aplica pronto una gran dosis de buen sentido y se obtiene el apoyo del público.