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Es celosa y es mujer

Roberto Cortés

Ahora ella me sigue, me observa. ¿Qué puedo decir? Me gusta que esté cerca de mí, me agrada su presencia, su aroma. Antes no me hacía caso, pero las cosas han cambiado últimamente, como si de pronto se hubiera enamorado de mí. Los hombres podemos ser tan vanidosos...

Por eso, luego la ignoro, la veo y me sigo de frente. Para hacerla enojar, busco rápido una amiga para bromear un rato frente a ella y soltar la carcajada. Eso nunca falla, ella se retuerce por dentro. Pero hace como que no me ve -tiene orgullo- se esconde y me sigue con cierta precaución. Espera el momento justo para sorprenderme y picarme las costillas, para ensuciarme los zapatos o para soplarme atrás de la oreja. Es como una niña. No sé qué decir, pareciera como si de veras ya existiera algo entre los dos.

Si me preguntas, yo diría que sí la quiero. Que a pesar de que salgo con una compañera de la oficina, cada parte de mí tiene inscrito su nombre y sé que aunque bese a otras, en ella pensaré al caer la noche, en ella, mi preciada muerte.