Las cafeterías
Eric Germain
Fotografía: Bernardo Fuchs |
Las cafeterías son lugares de encuentro. Actúan como foros públicos de nuestro tiempo. En ellos, la gente puede leer los periódicos cotidianos, relajarse, platicar de todo y de nada.
Las cafeterías tienen sus propios ambientes. Hacen una ruptura neta con el mundo exterior. En efecto, son islotes que tienen su ritmo, sus músicas, sus olores. Tantos artificios que sirven para escapar de lo cotidiano.
En la madrugada, los clientes hacen cola para tomar su elixir cotidiano, para tomar su droga. Es mejor que lo tomen, si no, estarán de mal humor por el resto del día. Te aseguro, cuando no toman sus cafés, no es grato verlos.
¿Cómo podemos hablar de una cafetería sin hablar de su mesera? Es inconcebible. Sería como hablar de Mona Lisa sin hacer referencia alguna a su sonrisa.
La mesera, la chica de la cafetería adicta a sus clientes. Lo hace con una serie de preguntas. ¿Qué tomarás, hoy? ¿Un colombiano, una torrefacción francesa, o algo más exótico? ¿Vas a arriesgarte y probar el Kenia? El sabor del día es una mezcla de la casa. Estoy segura que te gustará. Ella te lo asegura y jamás se ha equivocado. Cualquiera que sea, sabes que será un placer efímero, apaciguará tu sed, sin jamás satisfacerla.
!Oh, la chica de la cafetería! Antes de conocerla, jamás hubiera pensado ser masoquista. ¿Por qué mi corazón latió tanto? ¿Es su efecto o aquel de su veneno negro? Desde que la conocí tengo dificultad para dormirme y para dormir. Es así, debido a su tinta negra que circula en mis venas o es debido a su sonrisa que no puedo olvidar. ¡Oh, la chica de la cafetería! No solamente ocupa mis días, es también la dueña de mis sueños.
¡Oh, la chica de la cafetería! Te da un café con la misma sonrisa que te da la cuenta.
La mesera no olvida a nadie. Eres el gran flaco que siempre se sienta sólo, el gordo que no dejó una propina, el hombre con la computadora, la doncella que siempre toma un vaso de agua.... Quienquiera que seas, eres una de estas personas, te lo aseguro, has sido catalogado. La unanimidad es un lujo que no durará, al menos serás el “unánime”. No trates de escapar, no puedes.
¡Oh, la chica de la cafetería! Sus “muffins” son bastante blandos, son bastante firmes, son perfectos, son como me gustan.
Chica de la cafetería, este relato te lo dedico. Quizás el hecho de ponerlo sobre papel pueda liberarme de tu influencia. ¡Oh, chica de la cafetería! Si solamente supieras el poder que tienes.
* Estudiante de Español Avanzado 1
UNAM-ESECA en Gatineau, Quebec, Canadá