Descubrimiento de Costa Rica
Robert Beaudoin*
Después de mi graduación en el CEPE-TAXCO, decidí continuar mi aprendizaje de este idioma maravilloso en el Centro Panamericano de Idiomas en Costa Rica. Entonces, en el invierno de 2004, pasé diez semanas en este país viviendo con familias “ticas” (ticos y ticas, así se les llama a los habitantes de Costa Rica), asistiendo a clases de español en la mañana, clases de baile o de cocina en la tarde, haciendo excursiones y visitando el país durante los fines de semana. Este pequeño texto es mi experiencia, que fue tan agradable e interesante y que me propongo repetir lo más pronto posible.
Mi estancia empezó con cuatro semanas en el campus de San Joaquín de Flores, un pequeño pueblo muy bonito en el valle central del país (donde vive la mitad de la población del país) ubicado al oeste de San José, la capital nacional. Viví con una familia tica y todos eran muy simpáticos y amables. Tenía mi propio dormitorio y baño. Sin embargo, aprendí muy pronto que la comida nacional de Costa Rica es el “gallo pinto”, una mezcla de arroz y frijoles que se come dos o tres veces al día; no es una comida tan mala, pero ciertamente muy diferente de la que suele comer un quebequense. Por consiguiente, después de un tiempo, tuve que pedir a mi mamá tica (Chichi) eliminar los frijoles de mi dieta: no podía tolerarlos más.
Costa Rica no tiene ejército y es un país que da prioridad a la salud y a la educación de su gente: la tasa de alfabetización alcanza 97%. Además, “es un país muy seguro para todos” nos dice la publicidad; pero Costa Rica tiene también problemas de pobreza y violencia como muchos países de Latinoamérica. Sin embargo, en toda mi estancia allí, nunca me sentí amanezado de ninguna manera.
Después de haber disfrutado del clima muy templado del valle central durante algunas semanas (temperaturas entre 20° C y 28°C), y de haber visitado iglesias, cafetales (Costa Rica produce el mejor Arabica del mundo) y parques nacionales (con 0.025% del territorio mundial, Costa Rica tiene 5% de su biodiversidad), llegó el tiempo de mudarme al campus de la reserva de Monteverde en el centro noroeste del país, lo que me dio la oportunidad de ver algo que, en toda mi vida, nunca había visto: un volcán activo, el Arenal. Una erupción mayor de este volcán en enero de 1993 mató a muchas personas y otra erupción bastante peligrosa en septiembre de 2000 causó el desplazamiento de parte de la población de sus alrededores. Costa Rica forma parte del cinturón de fuego del Pacífico y tiene muchos volcanes activos como el Arenal, el Poás, el Irazú, etc. ¡Qué suerte que pude bañarme en las aguas muy calientes que salen del Arenal y, en la noche, ver piedras en fusión que salían de la cima y caían en sus laderas.....¡Un espectáculo que nunca olvidaré! Tuve también la oportunidad de atravesar el lago Arenal, al pie del volcán, que proporciona 40% de la electricidad del país. El corto viaje entre el Arenal y Monteverde fue también mi primer encuentro con las malas carreteras de Costa Rica: los tiempos de viaje son muy largos, pero no a causa de las distancias sino a causa del estado increíblemente bacheado de las carreteras (parece que el gobierno no tiene dinero para mantenerlas).
Finalmente, llegué a la casa de mi familia tica en Cerro Plano de Monteverde, pequeña communidad de las montañas de la Cordillera de Tilarán. Cristina, mi mamá tica, era muy simpática y, dos veces, me regaló “French Toasts with Maple Syrup” exactamante como aquí en Canadá; pero comí mucho gallo pinto también. Ella me dijo que cuando no cocinaba gallo pinto, no sabía qué cocinar. Como en San Joaquín de Flores, la escuela era estupenda y continué con cursos privados porque no había otro estudiante de mi nivel avanzado. ¡Gracias a la UNAM, aquí en Canadá!
No me gustó mucho el clima de Monteverde; hubo lluvias que transformaron las calles en caminos de barro, frío y vientos que sacudían violentamente la cabaña (casa) hasta tal punto que me impedía dormir. Pero la gente me dijo que Monteverde sin nubes, sin frío, sin lluvia y sin viento no sería Monteverde. Entonces, después de dos semanas en este lugar, la salida en autobús hacia la costa del Pacífico fue bienvenida.
Por fin, el veintinueve de febrero llegué al verdadero paraíso costarricense, la provincia de Guanacaste con el mar, sus playas y su clima soleado, caliente y seco. ¡Qué placer caminar por la playa Potrero con amigas para ir a la escuela que estaba ubicada en Playa Flamingo, un camino de treinta minutos más o menos!. En San Joaquín y en Monteverde, los gallos y los perros me despertaban cada mañana alrededor de las seis de la mañana pero en Guanacaste se añadieron otros miembros a mi familia de despertadores, los monos aullando: a las cinco de la mañana, los gritos de los machos valen fácilmente diez gallos y veinte perros.
En el campus de Playa Flamingo se terminaron mis cursos privados: el segundo día tuve que “compartir” a mi profesora con una ... gringa ... muy bonita y muy amable. Y la semana siguiente, otra perla estadounidense se unió a nosotros. Finalmente, regresé a mis cursos privados durante mi última semana.
Es muy interesante saber que el nombre de la provincia de Guanacaste viene de un árbol del mismo nombre, que es un árbol muy bonito y grande y que tiene la forma de un paraguas. Sin embargo, es muy fácil confundir un guanacaste con un “matapalo” que es un árbol muy grande también, pero un árbol que come otros árboles (¡Sí, sí!)
Sería, creo, un error terminar este texto sin hablar un poco del español costarricense.Y sobre todo de la expresión “Pura vida” que se usa para responder a la pregunta “¿cómo está?” o “¿cómo le va?” la respuesta “Pura vida” significa nada más que “todo está muy, muy, muy bien”... y no tiene ningún sentido religioso o sexual. También en Costa Rica, la gente no tiene dinero, tiene “plata”.....y no toma cerveza, toma “birra”. Se come “maní” en lugar de cacahuetes, y es importante decir al taxista que “Ponga la maría” si no, el viaje podría costarle un ojo de la cara. Los costaricenses son muy corteses y no utilizan el “tú”: si uno lo usa, esta persona revela a la gente que es extranjera.
Desafortunadamente, después de casi tres meses en este país maravilloso hablando español todos los días y disfrutando de su clima tropical y de la amabilidad de su gente, tuve que regresar a mi punto de salida, Ottawa, la capital nacional de Canadá. En menos de un día, sufrí una baja de temperatura de casi 30°C. ¡Qué choque...pero aquí es mi casa!
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*Estudiante de Conversación 4
UNAM-ESECA en Gatineau, Québec, Canadá