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Códices mexicanos

Ligia Fernández y Oscar Flores*
Una de las principales características de las culturas del México Antiguo fue la elaboración de códices o manuscritos pintados.  Se sabe con certeza que todos los pueblos indígenas de la región tenían este tipo de “libros”, aunque la primera noticia que se conserva hace referencia a una zona muy marginal de Mesoamérica, la de los indios nicaraos de Centroamérica; dicha noticia fue consignada por el cronista español Pedro Mártir de Anglería. Actualmente se conservan códices prehispánicos de diversas áreas culturales de Mesoamérica, con excepción del Occidente y de la zona del Golfo de México.

El sistema de registro de los códices mesoamericanos que se conocen,  a excepción de los mayas, se componen básicamente de tres elementos:  a) figuras que representan seres humanos, animales, plantas y objetos diversos; a estas figuras se les llama pictogramas; b) signos que expresan ideas, denominados ideogramas, y c) signos fonéticos.  A estos dos últimos se les da el nombre de glifos ideográficos y glifos fonéticos.


Códices mexicanos

Para la clasificación de los códices, los especialistas consideran principalmente la época en que fueron realizados, la cultura que los produjo, su temática y la técnica y los materiales con los que se elaboraron.

Respecto a sus orígenes, actualmente se conserva un número importante de códices que de acuerdo con las fechas en que fueron pintados reciben el nombre de “códices prehispánicos”.  Fueron hechos antes de la llegada de los españoles, por lo que presentan características formales propios de la tradición mesoamericana.  Los “códices poshispánicos” se realizaron a lo largo de los tres siglos de dominación española; en ellos la influencia del arte y la cultura occidental son evidentes.  Actualmente se conservan tres códices mayas, seis mixtecos, dos mexicas y cinco de la región Puebla-Mixteca.  El número de códices poshispánicos es muy superior, ya que se tienen noticias de más de noventa.

En los códices mesoamericanos se narran temas mitológicos, calendáricos, históricos, genealógicos y cartográficos, entre otros.

Respecto a la técnica empleada para la elaboración de los códices, con base en los códices que se conservan, así como por las noticias que proporcionan los cronistas españoles del siglo XVI, sabemos que los soportes utilizados estaban hechos básicamente de dos materiales: la piel de venado y el papel amate, aunque es posible que otras pieles de animales y otras fibras vegetales, como la del maguey, se hayan usado ocasionalmente.  La piel de venado parece haber sido el material más empleado en la época prehispánica mientras que el papel amate, corresponde a la época virreinal, no obstante, en este periodo además del papel amate se utilizaron también como soportes el papel europeo, el pergamino y la tela de algodón.

Los códices eran elaborados por artistas altamente especializados y sumamente reconocidos en sus comunidades. A estos artífices los conocemos con el nombre náhuatl de Tlacuilos; ellos y los sacerdotes encargados de los rituales, eran las únicas personas que podían leerlos, para lo cual extendían totalmente los códices en una superficie plana y podían leerlos de muy diversas maneras, de acuerdo con las necesidades del “lector”.

En el caso de los códices que se leían de forma vertical, los lienzos de papel o piel se empalmaban para formar largas tiras uniformes que se enrollaban; para los códices que se leían horizontalmente, se hacían hojas de tamaño regular que se doblaban después en forma de biombo.  El primer paso para pintar el códice consistía en aplicar una capa de goma y cal sobre la superficie de la piel o el papel. Cuando ésta secaba, se pulía suavemente hasta obtener una superficie tersa y homogénea.  Después de aplicar dicha capa, se realizaba un esbozo de lo que se quería pintar recurriendo a dos técnicas:  una consistía  en practicar una incisión en la capa de imprimación, y la otra en dibujar las figuras en un tono oscuro. Posteriormente, a las formas trazadas se les aplicaban de manera directa los colores puros, sin degradarlos, en tonos distintos.  La última etapa consistía en delinear nuevamente las figuras con una gruesa línea negra, llamada línea-marco, muy característica de los códices. El objetivo de dichas líneas era delimitar claramente los diversos objetos representados.

A continuación incluimos una selección de algunos códices prehispánicos y poshispánicos.

Tira de la peregrinación o Códice Bouturini Códice Selden Códice Borbónico Códice Dresde
Códice Florentino Códice Yanhuitlán Mapa de Coatlinchan Códice Nuttal
Códice de Tlatetolco Códice Cozcatzin Códice Durán o Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme

*La información de este texto procede básicamente de los siguientes trabajos:

  • Aguilera, Carmen.  Una selección de códices del México Antiguo. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1979.
  • · Arqueología Mexicana. “Códices coloniales”,  México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, vol. VII, núm. 38, julio-agosto 1999.
  • Arqueología Mexicana. “Códices prehispánicos”,  México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, vol. IV, núm. 23, enero-febrero 1997.
  • Escalante Gonzalbo, Pablo.  Los códices, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, 1999, (Tercer Milenio).

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* Profesor de Arte y Encargada del Archivo Fotográfico del CEPE, respectivamente
CEPE-UNAM, México, D.F.