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Nuestra vida con las abejas

Florence Boyko

Casi desde que empezó el tiempo, los hombres y las abejas han estado relacionados. A mi esposo siempre le han fascinado las abejas, por lo que desde hace 20 años nos hemos dedicado a ellas como pasatiempo.

Cuenta la historia que la abeja ha sido importante por milenios. Hay pinturas rupestres antiguas de la cosecha de miel en el estado natural de 8,000 a 15,000 años de antigüedad, en varios lugares, como España y Sudáfrica. También en el Valle de los Reyes en Egipto se encuentran dibujos y esculturas de abejas y colmenares en las tumbas y los templos de cerca del año 2400 A.C.

Existen muchas variedades de abejas. En Canadá tenemos la especie de abeja de la zona templada, Apis mellifera. No están domesticadas. Los apicultores solamente las usan para recoger la miel y para la polinización de cultivos tan distintos como las manzanas, la canola, los arándanos y el trébol.

En el verano, una colonia tendrá aproximadamente 50,000 abejas. Cada colonia tiene una abeja maestra o reina, 50,000 abejas obreras, 300 zánganos, además de 35,000 huevos y larvas. Las obreras, las hembras, hacen todo el trabajo: recogen el néctar y protegen la colonia, porque solamente las hembras tienen la capacidad de picar. Los zánganos, los machos, siempre están listos para copular con la reina. La reina toma el único vuelo de apareamiento afuera de la colmena a una gran altitud y muchos de los zánganos copulan con ella en el aire. Después de ello tendrá bastantes huevos fecundos para un periodo de 2 años. Además de fertilizar, lo único que hacen los machos es refrigerar la colmena con las alas si hace calor. Las obreras y los zánganos viven unas 2 semanas y la reina 2 años.

En la colmena, se hace todo para la sobrevivencia de la colonia. La reina desova los huevos continuamente y recibe la comida de las obreras. Las obreras recogen y tragan el néctar de las flores y lo llevan a la colmena, lo regurgitan con unas enzimas y finalmente lo ponen en el panal. Después de que éste se evapora lo suficiente, se convierte en miel, a la que encierran en las celdillas con cera. Las abejas hacen la cera con unas glándulas entre los segmentos de sus cuerpos solamente cuando hace falta. Las obreras hacen un baile cuando llegan a la colmena para decirles a otras obreras dónde están las mejores flores, en qué dirección y a qué distancia.

El papel del apicultor consiste en:

visitar a las abejas al menos una vez por semana;

cuidarlas: darles alzas (cajas con panal), observarlas para evitar los enfermedades o parásitos, protegerlas contra animales como los osos y contra las inclemencias del tiempo, especialmente en el invierno.

sacar la miel de la colmena y extraerla del panal.

limpiar las colmenas en el otoño y en la primavera.

prepararlas para el invierno: proteger la colonia del congelamiento y darles almíbar, además de 30 Kg. de su propia miel.

hacer otras actividades, como fundir la cera.

Las abejas elaboran entre 70 y 80 kg de miel en un año normal. Se obtienen de 40 a 50 kg en la época de la cosecha y se dejan 30 kg para que las abejas sobrevivan durante el invierno.

Siempre que trabajamos con nuestras abejas, usamos un ahumador para ahumar la colmena, porque con el humo las abejas pican menos. Cuando una abeja pica a alguien, el aguijón se queda en la piel y la abeja muere. Para evitar las picaduras, llevamos guantes de cuero hasta los codos, trajes blancos y salacotes con velos.

La cría de abejas nos ha permitido conocer a otros apicultores y visitar colmenares en todo el mundo. En Kenia vimos a las abejas trabajando en una colmena hecha con un tronco, colgada arriba de un árbol para protegerla contra los animales; y en Portugal disfrutamos de una copita de porto ofrecida por un apicultor y su esposa mientras que mostraban con orgullo el colmenar precioso. ¡Han sido siempre todos muy amables! Si me hubieran dicho que las abejas afectarían tanto nuestras vidas, no lo habría creído.