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El vino de la Rioja Alta (¡o la perla del tinto de la Rioja!)

Richard Charbonneau

Paseando por Haro, burgo medieval situada en el corazón de la Rioja Alta, nos llegan los aromas de vino sutilmente mezclados a los de roble: un perfume noble que ha dado su fama al vino de la Rioja Alta.

Tanto más verdad cuanto que esa cosecha se anuncia muy bien: con un óptimo estado sanitario y también una madurez perfecta de las uvas recolectadas. Al probarla, nadie puede equivocarse: ¡la calidad se comprueba en cada cita!

Edificada de modo temerario, esta pequeña ciudad de Haro está en la cima de una colina, desde se pueden observar en varios kilómetros a la redonda los pequeños viñedos – "pañuelos de bosillo", como los llaman los oriundos de esta región – que parecen esparcidos por casualidad en el campo, en los burgos y pueblos vinícolas que ahí se encuentran.

Apropriado es recordar que en la zona vitivinícola de la Denominación de Rioja existen tres comarcas bajo esta denominación: la Rioja Alta, la Rioja Baja y la Rioja Alavesa.

Sin duda alguna, la comarca de la Rioja Alta es la más conocida. Tradicionalmente ha sido considerada como lugar privilegiado de la D.R., mucho más que las dos otras.

Y sin querer pasar por alto bodegas tan venerables como la del Marqués de Riscal ( localizada in Rioja Alavesa), para citar una, es verdad que en las bodegas de la Rioja Alta mucho más que en ninguna otra parte de la Rioja se encuentran vinos de estilo tradicional, elaborados según los métodos tradicionales heredados en el siglo XIX.

Para comprender cabalmente qué es la gran tradición, hay que ir a la López Heredia o a la bodega Rioja Alta a ver esas enormes tinas de madera utilizadas para fermentar el mosto, características de la región famosa de Bordeaux (Francia) , antes de que llegar la plaga de la filoxera.

La comarca de la Rioja Alta goza de un clima más suave que el resto de la meseta central española, gracias a los frescos vientos venidos del mar Atlántico. En efecto, esos vientos aseguran veranos más humedos, lo que permite a los vinos riojanos adquirir esa ligera acidez que les confiere gran distinción, lo que contribuye al mismo tiempo a reducir el grado de alcohol.

La mayoría de los viñedos importantes de la Rioja Alta están situados en las vertientes de las costas, con suelo muy ligero, compuesto por terrenos arcilloso-calcáreos, a diferencia de los suelos aluviales, más abundantes y pesados, pero menos apropiados para el cultivo de la vid.

Todos los viticultores están de acuerdo cuando se dice que ese tipo de suelo es el que produce las mejores uvas para la elaboración del vino tinto.

Sabemos que los tintos riojanos, a semejanza de sus homólogos bordeleses, están elaborados a partir de una mezcla de diversas variedades de uvas aclimatadas a lo alrgo de varios siglos.

La uva cultivada en la Rioja Alta más importante para la producción de los tintos es la variedad tempranillo, con un claro predomino de 50%. Esta variedad proporciona mostos de buen color y buen grado de contenido alcohólico, lo que da al vino caracter y longevidad (¡sus taninos son excepcionales!) Las otras variedades son la garnacha, que da cuerpo al vino, y la vid mazuelo, que proporciona gran parte de la acidez; también se añade la cabernet sauvignon, variedad francesa que da al conjunto gran complejidad.

Los mejores vinos de la Rioja Alta (reserva y gran reserva) necesitan alrededor de 5 a 7 años para desarrollarse y se conservarán por más tiempo si se mantienen a temperatura adecuada y constante.

Así, cuando están elaborados por los mejores productores, como los de las bodegas de la Rioja Alta, Muga, Marqués de Murrieta, López de Heredia y CVNE Contino, el vino será de color rojo rubí, de intensidad media alta, a menudo con tonos como la teja y matices anaranjados en el menisco; al olfato se ofrecerá un rico "bouquet" de cedro, tabaco, con un toque aromático de roble y aromas de fruta madura; el gusto será bien estructurado y complejo, con matices de buena crianza, buen cuerpo, desprovisto de astringencia, en parte a causa de su largo añejamiento en las barricas y en la botella.

Es hora de decir: ¡Salud!