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¿Playa en la ciudad?

Nicole Cavalcante*

Antes de vivir en México, yo creía que mi país tenía algunos detalles muy particulares. Pero ahora puedo ver que la única distinción está en la distancia que los separa, o sea, los 10.000 Km. Yo soy brasileña, y amo mucho a mi país, pero también traigo México en mi corazón, ya que lo escogí para vivir y constituir una familia. Por eso tengo ojos críticos para las situaciones que muchos ven con naturalidad o hasta  con admiración.

Uno de los recientes proyectos de la gobierno del D.F que hizo con que yo me acordara con cariño de mi país fue "la playa mexicana". Ya que en Brasil, más precisamente en Río de Janeiro, también tenemos algo semejante; allá hicieron "La albercota de Ramos" (Ramos es el nombre de la localidad en donde pusieron tal "juguete"). Y así, pusieron un poco de diversión en la vida de las personas que no tenían posibilidades de conocer la playa. Pero, a la vez, tenían resuelto  otro problema, ya que así,  los alejó definitivamente de las lindas playas de Río de Janeiro, que están siempre llenas de turistas hambrientos por ver y conocer personas y lugares bonitos. Y con seguridad tales personas no forman parte del paisaje tan paradisíaco.

Otro problema que se esconde debajo de la blanca arena de la playa es el hambre y la miseria en que viven esas personas.

Se van a la playa con toda su familia (hijos, sobrinos, primos y hasta el perro y la suegra tienen lugar en la "Chombi") y se van, felices, con un pollo rostizado, refrescos y cervezas para pasar todo el día. En la noche, regresan a la casa, los niños rojos como fresas por el sol y con arena hasta en el alma, las madres cansadas y con muchos trastes para lavar y los padres felices por haber tenido la oportunidad de llevar sus familiares a algún lado sin gastar mucho.

Habrá quien diga y piense, que esos gobernantes son solidarios con la situación en la que viven tales personas, y yo estoy de acuerdo en que ellos merecen una diversión, momentos felices con los suyos, pero mucho mejor que pan y circo sería un parque, que sería algo permanente y más duradero, o una "ludoteca" para los niños, que serían como bibliotecas en las que los niños aprenden y juegan; y poco a poco, mejorar sus condiciones de vida,  empezando por la salud y la educación. De tal modo, las generaciones futuras tendrían el saber y el conocimiento, que serían las armas necesarias para impulsar  sus vidas y mentes, haciendo con que no se conformaran con limosna como si fuera oro y lucharan para desarrollar el futuro de la nación en que nacieron y a la que aman.

* Estudiante brasileña de Español Intermedio 3
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.