LOADING

El silencio comunica palabras

Ángeles Andonegui

 

 

El silencio comunica palabras
 
Escucho tu silencio y él me dice que el porvenir es sordo y mudo, las palabras
que decimos no tienen el poder de cambiar lo que viene, a ti te espera una
nueva vida con sol, mar y playa, a mí me aguarda un espacio de meditación. No
puedo prometerte nada, porque tu silencio habla por ti, y aunque quisiera que
en el instante que escribo estas palabras olvidara la escritura de tu nombre,
sé que no podré, únicamente me queda decirte "buen viaje",
"mucho éxito", olvida tus promesas, sé que mañana no te volveré a
ver.
 

Negación...

por Ángeles Andonegui*

    Pienso en ti

    y esta confesión

    me hace débil...

    En cuanto más deseo

    no verte

    te paras frente a mí

    y me sonríes...

    !Qué ironía!

    Yo negando

    esta sensación

    y tú sonriendo

    porque conoces mi secreto.

     

     

     


 

Plegarias iii

por Ángeles Andonegui*

Ella finalmente llegó al lugar a donde había una bóveda de estrellas, miró el amanecer y contempló una pequeña ciudad amurallada de cerros y de rocas, todos los caminos estaban empedrados, la estructura de aquel sitio era como la de un “nacimiento de Navidad”. Nada parecía sorprenderle, sólo reconocía en los otros la imagen de una cultura y de una lengua que abraza con sus metáforas y sus raíces.

 

Ella comenzó a construir su propio universo en el que ya no cabían los recuerdos del país de arena; sonreía, a pesar del luto que llevaba por la muerte del amor; ese amor era como un espejismo; un fantasma del desierto que quedó atrás… En el actual lugar rodeado de piedras y con habitantes de lodo, que se deslavaban y desenmascaraban con la lluvia, también tenían corazones que latían al ritmo de la soca y los tambores; los bailes antillanos hechizaban a quienes los miraban y los ojos africanos seducían y, en menos de un santiamén, daban muerte a alguna esperanza de amor.

 

Ella escuchó la voz de un danzante que le decía tener una obsesión y cuando ella preguntó cuál era esa obsesión, un remolino se lanzó contra ella y aquello se volvió en una furia incontenible; en una fuerza que arrastraba; en un dolor envuelto en llamas, una pequeña flama quemó su corazón, no obstante luchó hasta que salió herida, más las heridas sanan y vuelven fuerte al débil, y la vida se convierte en un reto día con día… Con la arena, el lodo y la roca ella podría construir una fortaleza alrededor del alma, porque todo reto trae sinsabores y ésta vez no moriría por una danza que parecía de ensueño, por eso las plegarias no terminan, entretejen historias y esas historias guardan muchos secretos del corazón.

* Profesora de Español
CEPE-Taxco, UNAM, México, D.F.
angeles.andonegui@correo.unam.mx