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El lago mágico verde de Goma

Jean Claude Gisamonyo

La ciudad donde vive mi familia se llama Goma. Es una ciudad construida a los pies del volcán Nyiragongo, y enfrente tenemos el gran lago Kivu. Hace cinco años el volcán hizo erupción y casi la mitad de la ciudad se quemó.

Goma tiene un aeropuerto nacional e internacional. Recibe vuelos europeos y africanos. Sus provincias producen muchos alimentos, como frijol, arroz, maíz, yuca, cacahuate. Las granjas de vacas tienen leche y queso. También venden carne de res y de otros animales. De hecho, Goma es un lugar muy comercial. Los turistas pasan por allí cuando van a visitar sobre todo la reserva de gorilas blancos y gorilas de montaña, muy importante en el mundo, que está ubicada a 30 kilómetros de la ciudad.

Un poco fuera de Goma existe un pequeño lago muy espectacular por su atractiva belleza y su historia. Se le conoce como el “lago mágico verde” porque sus aguas tranquilas son de ese color. Los científicos dicen que es una cueva volcánica donde se acumularon las aguas de la lluvia. A simple vista parece un estanque, puesto que no tiene profundidad ni siquiera una gran anchura, por lo que todos los que no saben nadar aprovechan para jugar en las aguas.

Una pequeña historia sobre este lago verde dice que los primeros habitantes de la ciudad de Goma le tenían mucha veneración. Lo consideraban como dios de la vida, dado que usaban el líquido para beber, cocinar, regar sus campos, etcétera.

Al igual que muchas personas visitan el lago para maravillarse de esta naturaleza, un día con mis compañeros de preparatoria fuimos a pasear en este lugar mágico. Fue en ocasión de clausurar el último año de nuestra preparatoria cuando nos reunimos para compartir nuestras experiencias y dificultades como estudiantes. Todo estuvo muy padre, pues como es un lugar muy tranquilo y hermoso pudimos disfrutar al máximo nuestra estancia.

Cuando llegamos, hicimos una especie de retiro espiritual. Luego, la fiesta, por supuesto, tomó su lugar con colores de alegría, de muchos ruidos, gritos, sonrisas, etcétera. De verdad, la pasamos superbien. Después nadamos en las aguas que al mediodía estaban un poquito calientes. Practicamos voleibol y juegos de saltos, entre otros. Y, por último, comimos. Trajimos la carne y el pescado ya bien preparados. Solamente nos quedó hacer allí la polenta de maíz. Cuando todo estuvo listo, comimos y tomamos refrescos, cerveza, whisky. Esta convivencia con mis amigos de la escuela ha quedado grabada como una experiencia inolvidable. Así pues, el lago verde de Goma se presenta como un lugar mágico para juntar a los amigos a fin de saborear plenamente la vida. Creo que no sólo pudimos apreciar las aguas del largo verde, sino también divertirnos y consolidar nuestra amistad.

 

* Estudiante de la República Democrática del Congo, Español Superior 3
CEPE-UNAM, México, D.F.