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La verdad histórica detrás de la leyenda de Drácula

Dora Bucur*

Rumania es un país muy conocido en el extranjero por una leyenda en particular, la conocida leyenda del conde Drácula, quien vivió en Rumania hace 500 años. Por esta razón y, teniendo en consideración el interés que hay por este cuento, el propósito de mi ensayo es dar a conocer a quienes menos informados estén, la verdad histórica que se esconde detrás de la imagen del conde Drácula.

La historia del conde Drácula es especialmente famosa por la novela del escritor irlandés Bram Stocker, quien convirtió esta leyenda popular de Rumania en un verdadero cuento clásico de horror conocido en todo el mundo como el mito del vampiro de Transilvania. Sin embargo, no mucha gente conoce la historia detrás de Drácula y menos quién fue en realidad este personaje/príncipe rumano que vivió en la época medieval.

La novela de Bram Stocker

La novela, Drácula, escrita al final del siglo XX, es un clásico de la literatura de suspenso. En ella se narran los sucesos a partir del momento en que el procurador Jonathan Harker se dirige a Transilvania, al castillo del conde Drácula, donde lo espera una de las experiencias mas tenebrosas de toda su vida.

Drácula es una criatura fascinante y siniestra a la vez, que seduce a sus víctimas con extraños modos e inesperadas y cambiantes apariciones. Drácula, desde el punto de vista literario, es la metáfora de la perpetua ilusión humana de vencer a la muerte y de mantener una insaciable sed de vivir, a cualquier precio. Stocker aprovechó lo exótico del lugar (los montes Cárpatos) y las supersticiones sobre el príncipe Vlad Tepes, el Empalador, para construir un clásico del terror.

En la novela de Stocker, Drácula viaja a Inglaterra para encontrar a Mina, la esposa de Jonathan, pensando que ella es la reencarnación de su esposa, que había muerto hacía 400 años. En la noche, él se transforma en un murciélago y entra en el cuarto de Lucy, la amiga de Mina, chupando su sangre. Al día siguiente, Lucy sufre unos extraños síntomas, palidez extrema, debilidad, y en su cuello se encuentran dos pequeños orificios, por los cuales el vampiro la desangró y la fue convirtiendo en una No muerta, nosferatu o vampiro. La única manera de matar definitivamente a esta criatura es apuñalarla con una estaca afilada en su corazón.

En Rumania, se encuentran muchas supersticiones sobre los vampiros; por ejemplo, los campesinos suelen protegerse de los espíritus de la noche (vampiros, varcolaci, y otros demonios), colgando en las puertas ajo, el cual tiene la propiedad de alejar a los demonios. El crucifijo y el espejo los asustan también. En otras palabras, los vampiros y otras criaturas de la noche existen en las creencias del pueblo rumano desde tiempos muy remotos, pero la presencia del conde Drácula es una adquisición más reciente, de la Edad Media, y tiene como figura central un príncipe rumano.

La realidad histórica

Desde el punto de vista histórico, Vlad fue un defensor de los intereses y la independencia de Valaquia, región en el sur de Rumania, y del cristianismo. Fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad, el Diablo, príncipe de Valaquia (antiguo principado danubiano, que formó con Moldavia el reino de Rumania). El padre de éste era de Transilvania y se llamaba Draculea ("El hijo del Diablo").

Reinó como príncipe de Valaquia en 1448, de 1456 a 1462, y, finalmente, en 1476, año de su muerte. El pueblo le puso como apodo también "Tepes" ("Empalador"), ya que ésta era la pena capital a la que era más aficionado.

Su nombre, Vlad Tepes (Vlad, el Empalador) viene entonces de su castigo preferido, el empalamiento con el que castigaba a sus enemigos políticos, a los ladrones, a los mentirosos y a los perezosos. Muchos han dicho que fue muy cruel, pero sus métodos de tortura siempre tenían como fin el orden interno del país. Por su crueldad y falta de piedad hacia sus enemigos, nació el mito de Drácula, el hijo del diablo...

En primer lugar, su intención era asustar a los turcos. El Imperio Otomano constituía una fuerza muy grande en esos tiempos. Para que no conquistaran la actual Rumania, los príncipes tenían que pagar al sultán de Constantinopla tributo en dinero y entregarle muchachos jóvenes que eran entrenados en las técnicas militares en Turquía con el fin de luchar como jenízaros en el ejército otomano. Vlad Tepes se rehusó a pagar el tributo y tuvo el valor de enfrentarse con el muy poderoso Imperio Otomano.

En 1461-1462, Vlad libera la ciudad Giurgiu (en el sur de Rumania) donde había tropas del ejército turco. Más de 23 000 turcos fueron muertos en esta ocasión. La victoria de Vlad fue completa y se difundió muy rápido, especialmente porque, al final de la lucha, con el fin de espantar más a sus enemigos, Vlad ordenó que se hiciera una pirámide inmensa con las cabezas cortadas de los soldados turcos muertos en la batalla.

Enfurecido con el muy atrevido príncipe rumano, el sultán Muhammad II dispuso que un gran ejército, de unos 250 000 hombres, y una flota remontaran el Danubio y entraran en el sur de Rumania (Valaquia). Vlad no tenía más que 10 000 hombres para enfrentarlos, pero recurrió a tácticas como la guerrilla (ataques inesperados en las noches) y la "tierra quemada" (primavera/verano de 1462), la cual consistía en evacuar a la población civil a lugares poco accesibles para los turcos, envenenar el agua de los pozos que se encontraban en el camino de los invasores, esconder las reservas de alimentos, etcétera. De hecho, Vlad estaba consciente de que no podía enfrentar en campo abierto a un ejército militar que era 25 veces más numeroso que el suyo, pero con una muy buena técnica militar, logró disminuir el número de soldados turcos que avanzaban por el territorio rumano.

En la noche del 16/17 de junio de 1462, Vlad organiza un ataque inesperado cerca de Targoviste en el campamento de los turcos con solo 7000 jinetes; interrumpidos en su sueño y por la confusión del ataque inesperado, los turcos empezaron a matarse entre sí. El sultán logró salvar la vida sólo por el hecho de que en esos momentos no se encontraba en su tienda. Como castigo, Vlad empaló a muchos de los turcos. Se dice que la estaca era más larga si el prisionero tenía un grado militar mayor. Por tantas carencias y ataques sorpresa, en las tropas del ejército turco empieza una epidemia de peste por la falta de alimentos y de agua limpia. La victoria del príncipe Vlad fue total y muy humillante para los turcos.

Por otro lado, durante el reinado de Vlad, el Empalador, el número de homicidios, robos y otros delitos semejantes disminuyeron significativamente. Todos los ladrones recibían el castigo de pena capital por empalamiento. Por ejemplo, las leyendas cuentan que, cerca de un pozo muy famoso del país, había dos vasos de plata con baño de oro que servían para que los viajeros y comerciantes cansados tomaran agua. Durante el reinado de Vlad, el Empalador, nadie intentó robárselos, pero en cuanto el reinado de Vlad acabó, los vasos fueron robados.

Otra leyenda cuenta sobre una misión de turcos que se presentó a ver al príncipe Vlad para pedirle más tributo. El príncipe rumano les pidió que se quitaran sus turbantes enfrente de él, para mostrarle respeto. Los mensajeros turcos se rehusaron y dijeron que el uso de turbantes era un legado del profeta Mahoma. Entonces Vlad ordenó que les colocaran unos clavos en los turbantes para que éstos se quedaran siempre en sus cabezas.

Desgraciadamente, el príncipe es traicionado por su propio hermano, Radu cel Frumos (Radu, el Guapo) quien, con la ayuda del sultán, se convierte en el nuevo príncipe de Valaquia y empieza a pagar de nuevo el tributo a los turcos. Vlad Tepes escapa a Transilvania (provincia rumana que se encuentra en el Oeste del país) y se queda en el Castillo "Bran" para planear su regreso a Valaquia. Termina su vida encarcelado, traicionado por sus propios aliados en la lucha contra los otomanos.

Toda esta información histórica nos muestra un personaje diferente del que aparece en la leyenda del conde Drácula. Aunque la inspiración para el personaje del conde Drácula fue el príncipe Vlad, la ficción contiene elementos fantásticos que reflejan más supersticiones y rituales antiguos de los rumanos que hechos verdaderos. El escritor irlandés Bram Stocker se aprovechó de una manera muy creativa de estas supersticiones y las integró en su libro, dando luz al personaje de Drácula, el vampiro sangriento.

Aunque Vlad, el Empalador, fue un hombre muy cruel, un príncipe muy intransigente con sus enemigos políticos y con los que no respetaban la ley, hay que pensar que en aquellos tiempos no cabía la bondad en la política, ni piedad para los malvados. Además, los principados rumanos nunca se convirtieron en provincias turcas por la valentía y la determinación de varios de príncipes rumanos, entre ellos nuestro personaje, Vlad, el Empalador.

 

* Estudiante rumana de Español Superior 1
CEPE-UNAM, México, D.F.
  mariadora2004@yahoo.co.uk