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La situación laboral de los jóvenes en Estados Unidos

Jeff Fiechter*

Quiero empezar este ensayo con un descargo de responsabilidad: no soy economista, ni antropólogo, ni científico social. Mis experiencias, aunque validas, son limitadas y lo que voy a exponer es solamente mi perspectiva. Entonces, voy a proponer tres ideas sobre la situación laboral de los jóvenes de mi país:

1. Hay mucho trabajo en mi país.

2. Mi generación tiene más expectativas sobre el papel del trabajo en nuestras vidas.

3. Es muy difícil conseguir el "trabajo de tus sueños".

 

1. Hay mucho trabajo en mi país

Estados Unidos es un país con muchos problemas, claro. La pobreza, la desigualdad, un ambiente político tóxico, el racismo, etcétera. Pero también ¡hay muchas cosas e ideas buenísimas! Todavía es el país de las oportunidades: niveles de corrupción muy bajos, sistemas bancarios muy bien establecidos, respeto por los derechos humanos muy alto, niveles de crimen bajos, buenas escuelas y universidades públicas, programas de educación para los obreros, una amplia clase media, etcétera.

Así que Estados Unidos sigue siendo un buen lugar para hacer negocios y por eso hay una cultura emprendedora. En todos los sectores de la industria siempre hay nuevos negocios: granjeros construyendo casas agropecuarias, una nueva fábrica de rodillas artificiales o de casas rodantes, un contratista edificando un nuevo bloque de departamentos, un emprendedor elaborando un nuevo banco digital, una productora de cine con una nueva gran película, y así por el estilo. La economía estadounidense siempre está viva, nueva, moviéndose, creciendo. Gran número de negocios nacen, florecen y mueren cada día en Estados Unidos: eso se llama destrucción creativa, y es una idea fundamental y celebrada por el capitalismo estadounidense. Debido a esta cultura emprendedora, la mayor parte del tiempo hay mucho trabajo: en las granjas o fábricas como obrero u operador de máquinas; como arquitecto o ingeniero en los proyectos de construcción; en los negocios digitales, como ingeniero o personal de mercadotecnia; o en el área de recursos humanos; o en el cine como obrero u operador de equipos, o especialista en maquillaje, por ejemplo.

Obviamente, hay tiempos con menor actividad económica. Por ejemplo, si la bolsa de granos estuviera a un precio muy bajo por algunos años, la industria agrícola no crecería mucho en esa temporada. O en una recesión, como la que empezó en el año 2008, en la que la población no tuvo tanto dinero para gastar en cosas no esenciales, sufrirían más industrias como el cine, la construcción y los negocios digitales. Este es el precio de tener un mercado libre: no hay garantía de que cualquier industria vaya a crecer para siempre porque no hay protecciones. Pero esta idea del mercado libre, en la que nada es sagrado, le permite al mercado adaptarse y crecer más fuerte. De modo que, después de una recesión, nacen nuevas industrias, sobreviven las empresas aptas y aumentan los sueldos y el número de puestos. El capitalismo sin restricciones es algo peligroso, pero en general, el estilo de capitalismo estadounidense ha sacado a la mayoría del país de la pobreza (incluso a mi propia familia) y ha creado una amplia clase media. Hoy sigue incubando una cultura emprendedora que es dinámica, crea muchos trabajos con buenos salarios, lo que hace de mi país un lugar atractivo para quienes quieren emigrar.

2. Mi generación tiene más expectativas sobre el papel del trabajo en nuestras vidas

En el tiempo de mis abuelos, el trabajo tenía un papel más sencillo en la mente de la clase media. La meta era conseguir un buen trabajo, con un sueldo bueno, que ofreciera estabilidad y la oportunidad de dar a sus hijos un mejor futuro. Esto es una generalización; claro que había artistas, autores y actores, pero en los años cincuenta, más de la mitad del país había crecido y trabajado en el campo como campesinos en los años treinta, durante la gran depresión; y después, mucha gente o luchó en la Segunda Guerra Mundial o vivió con el racionamiento durante la guerra. Entonces, sí, muchas personas tenían expectativas más sencillas sobre su vida, tanto para comer como para tener una casa bonita, trabajo fijo, cosas bonitas y la oportunidad de dar sus hijos un mejor futuro. Y sí, gracias a su trabajo, un gobierno bastante bueno (no perfecto, ¿eh?) y una economía favorable, sus hijos no conocieron la pobreza, ni el hambre, ni la guerra. Esto también es una generalización, pero sí, para la mayoría del país, los hijos de esta generación tuvieron una niñez más estable, mejor educación y más oportunidades.

         Yo soy de la tercera generación después de este gran cambio en la sociedad, y sí, en mi opinión, somos el producto del "sueño americano". La mayoría de nosotros nunca ha experimentado la pobreza (algunos sí), estamos muy preparados (escuelas y universidades públicas) y tenemos más derechos que nunca antes (hay sexismo y racismo, pero mucho menos que antes). Entonces esperamos más de todo en la vida. En nuestras relaciones románticas buscamos más que solo una pareja, buscamos una buena conexión emocional. En nuestro gobierno, buscamos más que solo estabilidad, buscamos justicia e igualdad. Y en nuestros trabajos, buscamos más que un buen sueldo, buscamos algo satisfactorio. No queremos solamente dinero, queremos algo intelectualmente estimulante, divertido y justo. Sí, se puede decir que somos mimados, pero yo digo que somos el producto del "sueño americano." Una generación que espera una mejor calidad en todos los aspectos de la vida, justo como querían nuestros bisabuelos, abuelos y papás para nosotros.

3. Es muy difícil conseguir el "trabajo de tus sueños"

Con nuestras altas expectativas de vida vienen algunos problemas, por supuesto. Porque esperamos más de nuestras relaciones románticas, nos divorciamos mucho más que nuestros abuelos. Porque queremos una mejor sociedad, no vamos a estar contentos solamente con los avances actuales. ¡Todavía existen el racismo, el sexismo y la injusticia! Vamos a luchar, ¡porque esperamos una sociedad mejor! Y, por supuesto, ¡renunciamos a nuestros trabajos cada tres o cinco años! ¡Queremos trabajos que nos estimulen, donde nos paguen bien, que se ajusten a nuestros ideales estrechos! Quienes han tenido la oportunidad de estudiar lo que quisieron, ¿van a estar contentos con cualquier trabajo? ¡Por supuesto que no! Si tengo mi licencia de historia del arte, ¿voy a estar contento trabajando en una fábrica de casas rodantes? Claro que no.

De modo que hay un problema interesante en Estados Unidos: mucho trabajo, pero una gran población bien educada y capacitada que no quiere muchos de los trabajos que hay. No está mal, solo es así. Entonces, hay mucho descontento en mi generación porque no pueden conseguir los trabajos que quieren y sienten que el capitalismo estadounidense les falló. Y hay una gran población de inmigrantes nuevos trabajando en los puestos que no queremos, esperando que sus hijos tengan las oportunidades que mi generación ha tenido: sin pobreza, sin hambre y con una buena educación.

En fin, todo lo que escribí no es la verdad, sino mi punto de vista. No sientovergüenza hacia mi generación, ni ira hacia las anteriores, ni miedo de los inmigrantes. No creo que mi país sea perfecto, ¡pero siento que es un país que está bastante bien! No tengo ni idea de qué va a pasar en el futuro de mi país, pero soy optimista y estoy agradecido de ser estadounidense.

 

*Estudiante de Estados Unidos del curso Español 5

 CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México



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