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La bufanda

Guadalupe Corona Mondragón*

Este simple objeto significa mucho para mí; es tal vez para los demás un simple trapo viejo, y sin gracia.

Pero este trapo tiene una larga historia. Para empezar, se la dieron al padre de mis hijos en un campo de concentración, junto con gabardina, botas y uniforme; esta simple bufanda lo acompañó en el camino hacia México. Salió de un campo de concentración, pasó por Francia y lo cubrió del frío invierno, lo siguió fielmente en su travesía a bordo del vapor francés Sinaía, que zarpó del puerto de Séte con destino a Veracruz, adonde llega con 1600 refugiados españoles el 13 de junio de 1939. Entre esos 1 600 vení mi esposo en compañía de su fiel seguidora, la bufanda.

Llega a México, pasa el tiempo, y conozco a Jesús O´Dogherty, convivimos y nos unimos. De esta unión nacen cinco hijos, y a cada uno de ellos le toca usar la bufanda estilo carrillera; al cruzarla, la prendía con un par de seguros; es por eso que está toda deshilachada. Fue también la fiel guardiana de la salud de mis hijos, abrigo entrañable de valor incalculable, fiel guardiana del amor de mi vida, que sólo tiene en México 70 años y conmigo 60 años, donde, si esta bufanda hablara, contaría historias impensables. Es un testigo mudo de los sucesos en el largo camino de la vida, de mis hijos, de la mía y de mi esposo. Él ahora ya no está con nosotros, pero este simple trapo, al verlo, me recuerda a la persona con la que compartí cuarenta años de mi vida.

Y es por eso que esta bufanda tiene tanto significado para mí.

 

* Estudiante del curso Arte Virreinal en Nueva España
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.