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Una rica tradición… Panorama cinematográfico y culinario del siglo XX en México

Martha Irene Gómez Camacho*

Panorama cinematográfico

1.           LA EPOCA DE ORO DEL CINE MEXICANO

Un 6 de agosto de 1896, Porfirio Díaz, en compañía de su gabinete, en el Castillo de Chapultepec, veía muy asombrado las primeras proyecciones que llegaron a México, directas de los hermanos Lumière.  Tan solo una semana después, fue presentado el cinematógrafo al público, que lo recibió con ovaciones y aplausos. 

El presidente Díaz, en el Castillo de Chapultepec y montado en su caballo, fue la primera película filmada en nuestro país. Se continuó así con la tendencia internacional de filmar videos muy cortos y de gente muy importante, Salvador Toscano recorrió el país durante el porfiriato y la Revolución, realizando un formato documental que fue popular en la época.

Guillermo Becerril, los hermanos Alva y Enrique Rosas, fueron otros de los primeros cineastas mexicanos en seguir esta corriente. Enrique Rosas realizó un largometraje sobre un viaje que Porfirio hizo a Mérida. En 1907 se realizó la primera cinta de ficción filmada en México: “El Grito de Dolores o la Independencia de México”. La película fue exhibida cada 15 de septiembre hasta 1910.

La Revolución Mexicana fue el primer acontecimiento histórico documentado extensamente en el cine. Unos años después, cuando los cineastas grabaron la Primera Guerra Mundial, lo hicieron siguiendo el estilo que se había impuesto durante la Revolución. Entre 1910 y 1917, en las salas de cine se pasaban imágenes reales de la Revolución a modo de noticias. Los camarógrafos se mantenían imparciales a la política. No elegían bandos y los ejércitos tenían a sus propios camarógrafos. Los filmes de la época de oro heredan mucha de la estética de los filmes de la revolución. Mención especial merece la película: “El automóvil gris”, que data de 1919. Fue sin lugar a dudas el filme más famoso de la época muda del cine mexicano y fue filmado por Enrique Rosas; se trata de una serie de episodios que cuenta la aventura de una famosa banda de ladrones de joyas que se hizo célebre en la ciudad de México hacia 1915.

Estrenada en marzo de 1932, del director Miguel Contreras Torres, la película “Santa”, con la actriz Lupita Tovar, fue la primera película mexicana que incorporó la técnica de sonido directo.

Siguieron películas con actores de la talla de Arturo de Córdoba, Emilio Tuero, Joaquín Pardavé, los hermanos Soler, Ignacio López Tarso, entre otros.

 

En 1930 y en 1932 el director Eisentein estuvo en México con el fin de filmar la película: “Que viva México”, pero esta no pudo ser concluida porque sus patrocinadores le retiraron el presupuesto. Toda la estética visual de esta película tuvo una gran influencia en el cine nacional; los bellos paisajes, las nubes fotogénicas y la exaltación del indígena fueron tres elementos sobresalientes de esta propuesta estética.

Durante la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1945, el cine mexicano pasó por su mejor época, la Época de Oro. En Argentina y España existía una fuerte industria del cine, pero debido a sus relaciones con las potencias del eje no contaban con el aval que le dieron los aliados a México, donde no faltaban recursos ni equipo.

Debido también a la guerra, las producciones disminuyeron, lo que le quitó competidores al cine mexicano. En 1929, “Águila y Nopal” fue la primera película de esta época. Aunque, propiamente, el inicio de la época de oro del cine mexicano vino con el estreno de la película: “Allá en el Rancho Grande”, con Tito Guizar, película que inauguró el estreno de la comedia ranchera, género exclusivo de México. Fue estrenada en Broadway con subtítulos en inglés, y recibió críticas positivas. Su trascendencia es evidente.

El auge del cine mexicano dio lugar al surgimiento de una nueva generación de estrellas nacionales, que serían figuras principales sin precedentes en la historia del cine en español. Destacaron figuras como la de Pedro Infante; para muchos mexicanos, este actor y cantante representaba lo que todo mexicano debía ser: amigo incondicional, hijo respetuoso, amante romántico, hombre valiente y de palabra.

En un México que aún recordaba la Revolución, el estilo patriótico de las películas de Jorge Negrete, que resaltaba valores como la virilidad, el valor o la familia, encajó en la sociedad mexicana: Negrete vestía como un auténtico charro, con esa arrogancia que caracteriza a un duro rompecorazones de tierna y dulce sonrisa.

María Félix, otra estrella de talla internacional, fue un caso excepcional en el cine mexicano. Mujer de fuerte personalidad y deslumbrante belleza, desempeñó los roles de mujer fatal en las películas mexicanas. A partir del éxito de María Félix comenzaron a realizarse más películas con temáticas femeninas. “Doña Bárbara”, de 1943, dio inicio al mito de María Félix como “la Doña”.

Mario Moreno Cantinflas, comediante y mimo, surgido de las carpas populares, se hizo mundialmente célebre con el nombre de su personaje “Cantinflas”, quien se caracterizaba por hablar mucho y no decir nada en sus películas. Mario Moreno se convirtió en un portador de juicios y críticas contra la sociedad y contra la humanidad en general. Se caracterizó como hombre honesto que siempre decía la verdad, pero de manera sarcástica.

 

En 1945, Emilio Fernández, el director más importante de esta época dorada, ganó con su película “La Perla” el primer Globo de Oro en la categoría de película en español.

Otro de los fenómenos que se filmaron en estos años fueron las historias que mostraban la vida en los barrios pobres de esta ciudad y el increíble aumento de población en la ciudad de México. Estas películas, llamadas “Las Rumberas”, y otras películas como “Nosotros los Pobres”, del director Ismael Rodríguez, reflejaban los sueños e ilusiones de los provincianos que llegaban a la capital con la esperanza de encontrar un mejor futuro. 

Otro evento cinematográfico fue la llegada a México del director español Luis Buñuel, quien en 1950 dirigiría y estrenaría la película “Los Olvidados”, película que volvió  a colocar en plano internacional al cine mexicano: además de llevarse 11 premios Ariel, la cinta ganó el premio al mejor director en el prestigioso festival de Cannes.

 

ALIMENTOS COTIDIANOS Y MÚSICA

EN LOS AÑOS 30´S Y 40´S

Panorama culinarioEn la década de los treintas la Revolución se institucionalizaba, aunque el país seguía siendo rural, pero no por mucho tiempo más.  Una de las rutas de transporte urbano más populares fue la de Tlalpan.  Cuentan que en el camino una señora conocida como “Luchita” vendía caldo de pollo diferente: lo acompañaba de tortillas, aguacate y queso, y la gente comenzó a conocerlo como “caldo tlalpeño”.

Comienzan a construirse mercados por todo el país, entre los más populares están el de Toluca, Puebla, Guadalajara y Oaxaca, y en una de las alas de cada establecimiento se ponen locales de comida, que son visitados por las clases populares; nace así la “comida corrida”, que consta de: sopa aguada, arroz y un guisado variado para que el comensal elija.

El menú destaca con enchiladas verdes, tortas de carne, mole rojo o mole verde con pollo, quesadillas, sopes, tamales, pozole. 

La dieta de los años cuarenta era: avena con leche, huevo, carne, pan dulce con mantequilla, frijol, tortillas, chiles, café de olla, pozole, birria, tostadas de pata, chicharrón en salsa verde.

En esa época, Josefina Velázquez de León, mujer empresaria y revolucionaria en el arte de la cocina, diseña comida por bajo costo y es la primera en recopilar diversas recetas, catalogarlas y publicarlas.

 

EN LOS AÑOS 40 Y 50

Hacia finales de los años 40 y principios de los 50 llegan a los mercados bienes de consumo duraderos, compuestos por una amplia gama de electrodomésticos que ayudan haciendo más cómoda la preparación de alimentos, como la olla express, el horno Milagro y la batidora eléctrica, que hacen más práctica la vida del hogar y de las familias.

Café, jugo y desayunos “americanos” son fundamentales en esa época.

Los tacos se ponen de moda, son nocturnos y sólo son de género masculino los taqueros.  Las principales variedades: los de cabeza, los tacos árabes, y después aparecen los “tacos al pastor”.  Se dice que el origen del nombre se debe a que un pastor libanés los trajo a México.

En esas décadas renacen las orquestas musicales de la talla de Dámaso Pérez Prado, las composiciones musicales de Luis Alcaraz, ritmos caribeños como el danzón, el mambo y el  cha-cha-chá, que son bien recibidos por la sociedad.

Otro fenómeno muy típico en estas décadas, son las rumberas cubanas, como Ninón Sevilla, Evangelina Elizondo y Yolanda Montes “Tongolele”.

Se difunde la música bohemia de tríos como Los Panchos, Los Tres Ases, Los Tres Diamantes, así como la influencia de Nat King Cole, Frank Sinatra, Olga Guillot y Libertad Lamarque.  En esos tiempos nace el ballet folklórico de Amalia Hernández y se funda la compañía de ballet.

El 15 de abril de 1957 falleció el ícono del cine de la época de oro. Víctima de un accidente aéreo, muere Pedro Infante, emprendiendo así un vuelo que ha ganado la inmortalidad en el pueblo de México como destino final.

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He hablado de estos años y de estos temas porque tienen mucho que ver con mi niñez, con mi vida, con mis recuerdos, con mis vivencias.

La época de oro fue una etapa en la que mis padres acostumbraban ir al cine todos los martes.  Se arreglaban de una manera muy elegante, mi mamá con zapatillas de tacón alto y punta de aguja; con medias de seda, con raya negra por detrás; abrigos muy elegantes, de estilos europeos.  Mi padre de traje, sombrero, corbata, muy elegante también.  Para ellos, ir al cine o al teatro representaba un evento muy especial y ameritaba asistir muy formales.

Todos los martes, ellos dejaban todo: hijos, trabajo, casa, y se iban al cine.  Después del cine, iban a cenar.  Una vez al mes, en fin de semana, en cambio, irían a bailar.  Por ejemplo, danzón. Y recuerdo a mi papá, que se caracterizaba por bailarlo con un estilo muy peculiar, muy formal. Mi mamá no era tan buena bailadora, pero en cambio ponía mucha alegría y entusiasmo en sus movimientos.  Por eso creo que disfrutaba mucho la música.

También mis tías acostumbraban ir a bailar, muy arregladas, a los salones famosos de la época.  Mis tías eran mujeres altas, guapas y “muy cotizadas” en los salones de baile. Eran las hermanas mayores de mi madre; también uno de mis tíos era un bailador muy competido, muy solicitado. Le encantaba bailar el swing. Definitivamente era parte de su vida el baile.

Otro tío era músico.  Tocaba varios instrumentos; entre los que más recuerdo, estaban el chelo, el violín, la trompeta, el piano.  En muchas ocasiones me quedaba largas temporadas en su casa, para estar con él, con sus hijos, su familia, y recuerdo mucho cómo mi tío me tocaba el violín.  Trataba de transmitirme lo que era la belleza de la música y son recuerdos muy gratos para mí: concentrarme totalmente en sus ensayos, sin hacer ruido, para disfrutar y acompañarlo en las largas horas que ensayaba. Mi tío fue una persona que trabajó en muchos restaurantes, en la época de oro, tocando violín o chelo, y figurando en la orquesta que aparece en varias películas de esa época.

De tal suerte que crecí escuchando a la familia decir que el tío tenía conciertos cada semana, eventos en restaurantes y en las grabaciones de las películas.  Sobre todo, en películas de drama, protagonizadas por Arturo de Córdova, Pedro Infante, María Félix, en fin, cintas donde hubiera música de baile, de orquesta, de swing.  Era un músico muy dedicado.  Realmente ignoro de donde provenía esa “vena musical”, pero sin duda era una persona muy querida en el medio.  Trabajó muchos años en el famoso restaurante “Los Guajolotes” (que no existe más, estaba en Insurgentes Sur).

Por otro lado, la época de oro marcó mi vida porque mi madre era gran admiradora de Pedro Infante, y estaba al pendiente de su música, sus películas, al grado que nos decía: “Pedro es como su segundo papá”… Al igual que muchas mujeres que estaban enamoradas de él, sin duda mi mamá era una de ellas.  Fanática a quien se le iluminaba la cara cuando lo veía, y eso explica que la casa estuviera inundada de carteles del cantante y actor. 

Por otro lado, mi padre era un gran bohemio: le encantaban los tríos y toda su música.  Sabía mucho de tríos, de compositores.  Realmente disfrutaba la música, tener una noche bohemia, acompañada de ajedrez o dominó, rodeado de más familiares. Toda la influencia de la música me viene de mis padres, de mis tíos, pues no había día en que no se escuchara música.  Siempre fuimos una familia que tenía punto de encuentro con la música.

Mis hermanos comprenden todas las edades, todas las etapas.  Al ser la menor, tuve toda la influencia de varios géneros: swing, rock, rumba, cumbia, música cubana, etcétera.

También recuerdo los sábados del box.  Mi padre era fanático del box.  Se reunían a verlo por televisión en mi casa, tanto amigos como familiares. 

La casa siempre estaba llena y mi mamá disfrutaba con la compañía y se esmeraba en atenderlos.  “Luchita” le decían, y era muy querida por la familia de mi padre. 

También recuerdo escuchar pláticas de las funciones de cine, particularmente esas salas donde se proyectaban 2-3 funciones por 2 o 3 pesos.  Recuerdo que mis papás llevaban a mis hermanos hasta un par de veces a la semana.  Por eso, mis hermanos también crecieron viendo películas de la época de oro.  Fui igualmente una niña que vio disfrutar a sus padres con la corriente rumbera, con películas estelarizadas por Arturo de Cordova, Joaquín Pardave y, por supuesto, Pedro Infante.

Como podrán ver, la época de oro, sus películas, la música, las costumbres de esa época me traen bellos recuerdos.  Es la memoria de mis padres, de mi familia, lo que me motivó a seleccionar este tema, del cual me considero una conocedora y verdadera apasionada. 

 

* Estudiante mexicana del curso Los Sabores de un Siglo, México Siglo XX
  CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México.


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